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Los sondeos castigan a los republicanos tras el escándalo de Enron

La Casa Blanca, dispuesta a dar la batalla para no entregar al Congreso los papeles del caso

Pese a que la Casa Blanca sigue considerando el caso Enron como un escándalo puramente financiero sin ramificaciones políticas -es la versión oficial que repiten los miembros del Gobierno-, un sondeo publicado por The New York Times asegura que los republicanos pueden verse seriamente perjudicados por el colapso del gigante eléctrico.

Según la encuesta realizada por The New York Times, los norteamericanos piensan que los republicanos, más que los demócratas, podrían verse directamente salpicados por el escándalo de Enron, que participó en la financiación política de una buena mitad de todos los congresistas.

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También creen que el Gobierno norteamericano tiene algo que esconder o ha mentido sobre sus tratos con la compañía. Esto puede ser especialmente perjudicial en año de elecciones legislativas, aunque todavía no afecta la increíble popularidad de la que sigue gozando el presidente George W. Bush.

A la pregunta de ¿con qué partido mantenían mas relaciones los ejecutivos de Enron?, el 45% de los encuestados contestó republicano y un 10% demócrata. Más del 80% también resaltó la importancia del escándalo para el país. Los conservadores mantienen, sin embargo, una imagen positiva entre el público (58% a su favor), al igual que los demócratas.

Los resultados de la encuesta demuestran que la postura oficial de la Casa Blanca -mini-mizar el impacto político o en todo caso ampliarlo a los dos partidos- no está siendo del todo convincente, lo que podría transformarse en un serio problema ahora que los votantes están más preocupados por la recesión que por capturar a Osama Bin Laden.

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El presidente George Bush, que mañana pronunciará el discurso anual sobre el estado de la nación, espera poder capitalizar su imagen de líder fuerte en la campaña contra Al Qaeda, la organización de Bin Laden, para enfrentarse a los problemas económicos.

Según el sondeo de The New York Times, los norteamericanos confían en las habilidades militares de los conservadores, pero nos les dan tanta ventaja en temas fiscales o presupuestarios.

El mutismo de la Casa Blanca volvió a quedar patente ayer cuando el vicepresidente, Dick Cheney, declaró que no haría pública la lista de sus asesores en temas de energía. Con esta negativa se arriesga a enfrentarse directamente con el Congreso, que esta semana investigará si el plan energético del Gobierno se diseñó a medida para Enron. Cheney, y el grupo de trabajo que creó, se reunió en varias ocasiones con responsables de Enron cuando estaba elaborando la política energética del Gobierno, el año pasado.

Confidencialidad

El vicepresidente se amparó en su derecho a la confidencialidad. 'No tendría precedentes, esto no se ha hecho nunca y haría imposible que yo tuviera una conversación confidencial con alguien', dijo Cheney a la cadena de noticias Fox. 'No puedo aceptar esta propuesta sin comprometer seriamente la habilidad del presidente y del vicepresidente de recibir consejos desinteresados'.

Cheney reafirmó, también, que no hay ningún secreto en aquellas reuniones que los miembros del grupo de trabajo mantuvieron con los directivos de Enron, incluido el presidente de la compañía, Kenneth Lay, que dimitió la semana pasada. Lay es amigo personal del presidente George W. Bush y de su padre, el ex presidente Bush (1989-1993), según informa France Presse.

Uno de los reponsables de la investigación en el Congreso declaró que decidirá en los próximos días si demanda o no a la Casa Blanca para forzarla a entregar los documentos.

El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Tom Daschle, calificó la decisión de Cheney de no entregar los papeles del caso de 'desafortunada'.

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