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Las ausencias del síndico mayor bloquean la Sindicatura de cuentas

El pleno debatirá si abre expediente a Vela

La crisis que atraviesa desde hace un año la Sindicatura de Cuentas, el órgano fiscalizador de las cuentas públicas, se ha deteriorado más si cabe en las últimas semanas ante la actuación del síndico mayor en funciones, Xavier Vela, que ha evitado acudir a los dos últimos plenos celebrados. Estas ausencias han bloqueado dos puntos del orden del día que le incumben directamente: una votación para elegir al síndico mayor y el debate sobre la apertura de un expediente contra Vela por la gratificación extraordinaria que concedió a su secretaria.

En febrero de 2001, Ferran Termes dimitió como síndico mayor y su salida supuso el estallido de una crisis aún no resuelta y que ha llevado a la parálisis a una institución tan importante como la Sindicatura de Cuentas, cuya misión es controlar las cuentas de las administraciones públicas. Casi un año después, los siete síndicos aún no han sido capaces de elegir al sustituto de Termes, a pesar de que los miembros avalados por Convergència i Unió (CiU) y el Partido Popular (PP) suman mayoría.

A la espera de elegir el nuevo síndico mayor, el cargo recayó interinamente en Xavier Vela, propuesto por CiU y hombre de confianza del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, quien, según la izquierda, mantiene el organismo al ralentí. Entre los encargos que el Parlament ha encomendado a la sindicatura destaca un informe sobre el caso Pallerols -de presunto uso de fondos destinados a cursos para parados para financiar de forma irregular a Unió Democràtica (UDC)-, pendiente desde hace casi cuatro años y reclamado esta semana por el presidente del Parlament, Joan Rigol.

La situación se ha agravado en las últimas semanas ante las reticencias de Vela a convocar los plenos, en cuyo orden del día figuran dos asuntos que pueden perjudicarle: primero, una petición formal -realizada por Josep Maria Carreres, avalado por el PSC- de que haya una nueva votación para elegir síndico mayor, lo que no se produce desde hace meses. Y segundo: la propuesta del síndico avalado por el PP, Manuel Barrado, de abrir un expediente a Vela por una gratificación extraordinaria de 815.000 pesetas que éste concedió a su secretaria a través de un mecanismo que algunos síndicos juzgan de dudosa legalidad.

Petición por escrito

Vela evitó asistir al pleno del 15 de enero alegando motivos de salud y se resistió hasta el último momento a convocar el pleno previsto para el día 22 para evitar una sesión crispada. Finalmente, Vela accedió a regañadientes a convocarlo -era un imperativo legal porque dos síndicos lo exigieron por escrito- y puso como fecha el día 23. No obstante, tampoco acudió a la cita alegando razones familiares, con lo que el debate interno sobre su futuro sigue pendiente.

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El pasado miércoles, la síndica Montserrat de Vehí, propuesta por CiU pero enfrentada a Vela, asistió al pleno a pesar de haber sido objeto el mismo día de una doble operación. El síndico mayor no pudo ser localizado por este periódico, aunque un funcionario explicó que no ha acudido a la sede de la sindicatura en toda la semana.

El Parlament se inhibe

Todos los grupos parlamentarios culpan de la crisis de la Sindicatura de Cuentas a los propios síndicos y a sus rencillas e incluso les han lanzado mensajes para que resuelvan la situación. No obstante, el Parlament tiene una doble responsabilidad en el desbarajuste: la primera, heredada de 1984, cuando aprobó la ley de la sindicatura, y la segunda actual porque el Parlament dispone de mecanismos para atajar la crisis. La ley de 1984 contiene una laguna jurídica que los expertos consideran gravísima: establece que para ser elegido síndico mayor se requiere la mayoría absoluta, pero no prevé ningún mecanismo supletorio para el caso de que nadie disponga de esta mayoría. Esto es lo que sucede actualmente: los síndicos han votado más de 40 veces, pero nadie sale elegido porque la ley no contiene mecanismos de desempate. Por su parte, los grupos parlamentarios llevan más de siete meses debatiendo fórmulas para salir de la crisis, pero de momento aún no han llegado a ningún acuerdo y han reproducido a su manera los continuos desencuentros entre los síndicos.

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