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Un director de orquesta

Íñigo de Barrón

'Yo quiero a este banco. Sí, yo quiero al BBV, señores accionistas'. Pedro Luis Uriarte Santamarina (Baracaldo, 1943) provocó un silencio total en la sala donde se celebraba la junta de accionistas del BBV en 1998 con una frase tan rotunda y atípica en un ejecutivo financiero. Pero quienes conocen de cerca a Plus -acrónimo de su nombre y apellidos, que él siempre ha utilizado como un leit motiv de su estrategia de liderazgo- no se extrañaron lo más mínimo.

Para bien o para mal, Uriarte ha mezclado el banco con su vida, por lo que su marcha exigirá un replanteamiento total. De todas formas, él confesó hace nueve meses: 'El éxito no te pertenece. Sólo es de la empresa. Y hay un momento en que se acaba la vida profesional y te quitan tu ropa de personaje, la capa de armiño, y quedas convertido en un señor normal'.

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Aunque Uriarte estuviera preparado para este momento, nadie duda de que su marcha se dejará sentir en la entidad. Ha sido el artífice de la escalada del banco hasta la élite financiera mundial, que le había convertido en el eterno candidato para presidir el grupo, aunque tras la fusión declaró: 'He renunciado a ser presidente'. Uriarte no ocultó que esta operación era un camino de renuncias, aunque quizá no se esperaba estar tan pronto alejado de la cúpula del BBVA.

Con una vasta cultura humanística, amplia y multidisciplinar, Uriarte ha combinado su carrera financiera con la política. Entre 1980 y 1985 fue consejero de Economía y Hacienda del Gobierno vasco. Pocas cosas habrán pesado tanto en su vida profesional, aunque siempre ha dicho que dejó de estar afiliado -primero al PNV y luego a EA- cuando tomó las riendas del banco.

Su paso por la entidad comenzó en 1975, cuando se incorporó al Banco Bilbao, y tras su paso por la política, entró a formar parte del Consejo de Administración del nuevo BBV en enero de 1990, tras la muerte del copresidente, Pedro Toledo. El nuevo presidente de la entidad, Emilio Ybarra, lo incorporó al comité de dirección tras reorganizar la cúpula de la entidad, y fue nombrado consejero delegado en septiembre de 1994, un momento conflictivo que provocó la renuncia de Javier Gúrpide como vicepresidente.

A este directivo se le atribuyen tres grandes cualidades como gestor: convencer de que es posible alcanzar retos imposibles, escoger con acierto a su grupo de colaboradores, entre los cuales siempre ha estado José Ignacio Goirigolzarri, su sustituto, y transmitir la idea de equipo por encima de todo lo demás. 'La empresa que se basa en estrellas o individualidades lo pasa mal', afirmó en una ocasión. 'Mi trabajo es ser un director de orquesta', afirmó hace años.

Uriarte es un ejecutivo de éxito indudable, y la prueba es que cuando se hizo con la gestión de banco en 1994 valía 750.000 millones de pesetas en Bolsa. Ayer valía diez veces más, 7,5 billones. Los analistas destacan el acierto de la implantación en Latinoamérica y que, además de gestor, 'es un gran comunicador, factor muy importante cuando hay que vender tu banco todos los días a los inversores'.

Los más críticos recuerdan que su buena gestión siempre ha estado acompañada de un crecimiento económico casi desconocido. Lo cierto es que este ejecutivo renuncia a su cargo justo cuando la amenaza de la crisis económica en Europa es más palpable que nunca. 'Hubiera sido interesante analizar cómo gestionaba en tiempos de crisis, pero nos lo vamos a perder', dice un analista. Además, a Uriarte le quedará una frustración que se llama Europa. Intentó con todas sus fuerzas una fusión, la de UniCredito, pero fracasó. Es un borrón que ya no podrá enmendar.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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