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Soluciones varias para un mismo problema

Distintos colectivos trabajan por conseguir una vivienda digna, desde las cooperativas a la ocupación

Un sencillo anuncio en la prensa local ofrecía la semana pasada la posibilidad de entrar a formar parte de la cooperativa de viviendas Atxondo en Vitoria. Los responsables se vieron desbordados por la respuesta: más de 70 llamadas diarias para sumarse a la iniciativa, que competirá junto con otras 18 cooperativas en la oferta del Ayuntamiento de la capital alavesa para edificar 194 viviendas en cinco solares de Salburua.

El problema de la vivienda es tal en el País Vasco que la oferta pública (mucho menos la privada) atiende las necesidades de un colectivo ciudadano que va desde quienes viven en la precariedad hasta buena parte de las clases medias. Las cooperativas que se han puesto en marcha en Vitoria atienden a este segmento, que puede acceder a un piso por un mínimo de 18 millones. Así lo asegura Víctor Allende, gerente de la Fundación Laboral San Prudencio, que ha presentado al Consistorio una lista de 1.418 posibles socios en su cooperativa.

Las denuncias se centran sobre todo en la especulación inmobiliaria

Atxondo ha sido más prudente. De los centenares de llamadas que recibieron, sólo han seleccionado a los 49 primeros, el máximo de viviendas a las que puede optar cada cooperativa. Como comenta Vanessa de la Fuente, que atendía las llamadas de los interesados, 'hay que tener en cuenta que nadie podía pertenecer a otra cooperativa, pero hemos guardado los datos de los siguientes interesados para próximas promociones'.

Pero hay muchas personas y familias que no pueden acceder a un piso de cooperativa. A esa gente atiende, por ejemplo, el colectivo Berri-Otxoak en Barakaldo, que acaba de publicar el libro Rompamos el cerco de la exclusión, editado por la Asociación Cultural Félix Likiniano. Esta plataforma mantiene abierta una oficina de información que atiende a las personas sin recursos para informarles de las ayudas sociales.

Y no se olvida de la vivienda. En el capítulo dedicado a este asunto, Berri-Otxoak analiza los distintos tipos de viviendas, desde las libres a las de protección oficial, para concluir (a partir de datos del Gobierno vasco) cómo el 15% de la población entre 18 y 44 años no ha podido acceder a una vivienda o que gran parte de las familias que tienen una casa de dimensión insuficiente para sus necesidades no pueden cambiar de hogar. Todos ellos por la falta de recursos económicos para acceder a un derecho básico.

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La especulación inmobiliaria es una de las principales razones de esta situación. Así lo considera en Vitoria la Iniciativa 8.812, que toma su nombre del número de pisos vacíos que hay oficialmente en la ciudad. En todo Euskadi 12 de cada 100 viviendas están sin habitar.

Sus impulsores se dieron a conocer con la pegada de carteles por todo Vitoria con la cifra emblemática. Tras una primera asamblea multitudinaria que confirmó la gravedad del problema (entre los asistentes, había gentes de todas las edades, matrimonios con hijos y numerosas parejas jóvenes), 8.812 mantiene una actividad de denuncia con acciones llamativas y la edición de informes.

'Nuestra labor no es implementar el trabajo de las instituciones sino reclamarles que cumplan su labor', explica Álvaro Anda, miembro de la iniciativa. Además, han denunciado en su publicación Especulación, la plaga de Gasteiz, a partir de datos oficiales, la concentración de la oferta inmobiliaria en Vitoria, que llega casi al monopolio.

La opción extrema ante esta situación es la ocupación de viviendas y edificios vacíos. El libro Vivienda: especulación y ocupación analiza este fenómeno en el País Vasco durante los últimos 25 años. Esta práctica se popularizó en Gran Bretaña en los años 70, y ha llegado al País Vasco sobre todo con el fenómeno de los gaztetxes. Pero también hubo ocupaciones de casas para vivir, como la de Toki onena, en el barrio de Ategorrieta de San Sebastián a mediados de los 80, o la casa Arditurri en las canteras de Aia (Guipúzcoa).

En Navarra, se ha producido un fenómeno peculiar: la ocupación de pueblos abandonados, con Lakabe como precedente histórico. Esta localidad del pre-Pirineo llevaba 20 años abandonada cuando llegaron sus nuevos ocupantes (procedentes del Movimiento de Objeción de Conciencia) en la primavera de 1980. Hoy en día cuenta con una panadería ecológica como principal fuente de ingresos de una comunidad de unas 30 personas, 15 adultos y 15 menores.

Las soluciones ante la falta de vivienda son múltiples, pero todas reflejan las inquietudes ante un problema que trasciende la precariedad social.

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