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Reportaje:

El críquet esquiva las bombas

La selección afgana viaja a Pakistán para competir en un torneo

Ángeles Espinosa

Los bombardeos sobre Afganistán han congelado la vida cultural y deportiva en el vecino Pakistán. Ya antes de que se iniciaran los ataques, las autoridades se vieron obligadas a suspender los Juegos de Asia del Sur, previstos para estos días, porque algunos de los siete países participantes expresaron preocupación por la seguridad. La lluvia de bombas y misiles no ha desanimado, sin embargo, al equipo afgano de críquet, que el domingo por la noche llegó desde Jalalabad, una de las ciudades afganas que están sufriendo intensos bombardeos, a Peshawar para participar en un torneo de segunda división.

Los talibanes se formaron en Pakistán. Sus jugadores de críquet también. Afganistán, que a diferencia del país vecino nunca estuvo bajo la férula del Imperio Británico, carece de tradición en ese juego. Han sido los refugiados que durante 22 años han crecido en los campamentos paquistaníes quienes han importado el deporte de vuelta a casa. Afganistán, que tiene vetada su participación en los Juegos Olímpicos, fue admitido en el Consejo Internacional de Críquet el pasado junio.

'Somos embajadores de la paz', declara el capitán del equipo antes de afrontar su primer partido

Más sorprendente que esa reciente adhesión al críquet, un deporte que se practica sobre todo en el Reino Unido y sus antiguas colonias, es el hecho de que los responsables talibanes hayan permitido su desarrollo. El equipo de fútbol de Quetta (Pakistán) aún recuerda la paliza que recibieron sus jugadores cuando hace un año fueron a jugar a Qandahar y los clérigos afganos se escandalizaron de sus uniformes. Las peculiares normas de los talibanes prohíben los pantalones cortos y las camisetas de media manga.

El pasado junio causó sensación la reapertura de la piscina del hotel Continental de Kabul, tal vez la única que aún funciona en todo el país. El acceso se limitaba a los hombres, con pobladas barbas y bañadores amplios y por debajo de la rodilla. En realidad, que aún se practique algún deporte es una prueba de extrema liberalidad. Los clérigos talibanes más estrictos siempre han defendido que esas actividades distraen a los jóvenes de la oración.

Pero en muchas ocasiones política y deporte se cruzan, y ésta es una buena ocasión para mostrar una imagen más amable de un régimen demonizado. 'Hemos venido a Pakistán para jugar al críquet y a mostrar al mundo que no somos terroristas, que sólo somos gente normal y corriente. Somos los embajadores de la paz de Afganistán', declaró el capitán del equipo, Allah Dad Noori, antes de su primer partido, contra el Nowshera de Peshawar.

Voluntad no les falta. La selección afgana ha viajado en dos ocasiones anteriores a Pakistán, la última el pasado mayo, y perdieron en todos los partidos. Ahora, con los equipos de Nueva Zelanda y Sri Lanka fuera de la competición, porque temieron viajar en las actuales circunstancias, tampoco está claro que vayan a tener muchas más oportunidades, ya que sus anfitriones son una verdadera superpotencia en ese deporte.

Sea cual sea el nivel técnico de los afganos, los paquistaníes van a estar sin duda encantados de acudir a verles al terreno de juego. Al menos les ofrece un pequeño entretenimiento para su tiempo libre, algo que había desaparecido del panorama desde el inicio de la crisis, a principios del pasado mes de septiembre.

Primero fueron los centros culturales de embajadas y consulados los que cancelaron sus actividades. Posteriormente, también instituciones y organizaciones locales han congelado sus programas hasta nuevo aviso. Además de los citados Juegos de Asia del Sur, retrasados seis meses, una organización llamada Gulls suspendió un importante concierto conmemorativo de un músico nacional. La Conferencia de Músicas de todo Pakistán todavía debate si celebrar su concierto anual. El taller de teatro Rafi Peer va a faltar a su cita por primera vez en diez años: sus invitados están teniendo dificultades para obtener permisos de sus Gobiernos para acudir al festival, que en esta ocasión iba a celebrarse en Lahore.

El equipo de Afganistán reza sus oraciones, ayer, en el estadio de Peshawar (Pakistán).
El equipo de Afganistán reza sus oraciones, ayer, en el estadio de Peshawar (Pakistán).REUTERS

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).
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