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Fòrum 2004: dejémoslo correr

Francesc de Carreras

Como todo el mundo, al parecer sin excepción, yo tampoco sé qué es el Fòrum de les Cultures que todavía se pretende celebrar en el año 2004. Curioso acontecimiento éste, al parecer tan importante, al menos si tenemos en cuenta su presupuesto, proyectado en 1996, el cual todavía no se sabe en qué consistirá y cuyo contenido sólo puede ser descrito con la conocida fórmula de 'objeto no identificado'.

Al leer en la prensa de estos dos últimos días las abundantes informaciones sobre esta cuestión, a raíz de la sorprendente no aceptación formal del cargo -al que se había comprometido públicamente- por parte de Josep Caminal, creo que sólo hay una salida razonable: la suspensión definitiva del Fòrum; es decir, la no celebración del mismo. ¿Para qué gastar 52.000 millones de pesetas, más esfuerzos y energías de muy distinto carácter, en algo que, por todo lo sucedido hasta ahora, parece obvio que no lo vale?

Expliquemos, sin embargo, la obviedad: ¿por qué no vale?

El Fòrum, como sabemos, es un acontecimiento original, no homologado, nacido del error y la cabezonería, que tiene, sin embargo, tres primos hermanos: los Juegos Olímpicos, las exposiciones universales y las capitalidades culturales. ¿Cuál es el valor y la utilidad de estas celebraciones? Básicamente dos: dar a conocer internacionalmente una ciudad y dejar para el futuro una serie de infraestructuras que de otra forma no se habría conseguido realizar. En tercer lugar, a mucha distancia, estos acontecimientos también tienen un cierto interés en sí mismos.

La Barcelona de hoy ya no necesita el reconocimiento internacional: lo sabemos desde 1992 y lo comprobamos año a año, de forma creciente. En cambio, Barcelona sí tiene un serio déficit de infraestructuras. El Fòrum, en un principio, parece que iba ligado al importantísimo desarrollo de la vertiente norte de la ciudad; es decir, la zona del Besòs hasta llegar al mar para, a través de Sant Adrià y Poblenou, enlazar con la Villa Olímpica. Todo ello comportaba, además, la construcción de la estación de la Sagrera como gran nudo de comunicaciones que conectaría la red ferroviaria con el puerto y el aeropuerto, teniendo el AVE como transporte estrella. Pero en estos momentos, ello ya no es así: toda esta importante transformación -que constituirá el gran legado del alcalde Clos y su equipo- no depende de la celebración del Fòrum y ya está, en su mayor parte por lo menos, planificada, comprometida y decidida. Por tanto, el Fòrum es un evento que debe deslindarse del amplio programa de obras de infraestructura que dejarán empequeñecidas a las que se realizaron en los recientes Juegos. Con estas obras, desde un cierto punto de vista, Barcelona quedará completa.

En consecuencia, en estos momentos, el Fòrum sólo tiene interés por su contenido. El problema, no pequeño, es que se ignora cuál será el mismo, y si no se ha averiguado en cinco años difícilmente en tres meses -plazo que se ha dado el Ayuntamiento como límite máximo- seremos capaces de apañar algo medianamente presentable.

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Los males, probablemente, vienen de la misma raíz: es contradictorio pretender celebrar un conjunto de actos culturales de alto nivel y que éstos duren cinco meses -entre Sant Jordi y la Mercè de 2004- para así atraer a cinco millones de personas. Desgraciadamente no son tantas, ni muchísimo menos, las personas capaces de seguir un debate serio, digno, científicamente productivo, sobre los problemas de la física, de la biología o la diversidad cultural. No me imagino que sean muchos los que puedan interesarse por un debate sobre esta última materia en la que, por un lado, se sitúen Rawls y Habermas y, por otro, Sandel y Taylor, por poner un fácil y quizá demagógico ejemplo.

¿Que se pueden hacer, además, grandes exposiciones de arte, teatro, ópera, cine, que despierten el interés de los cinco millones de visitantes previstos? Es posible, aunque no sé si probable. Pero de lo que estoy seguro es que para las necesidades culturales de nuestra sociedad no creo que lo más conveniente sea montar tinglados como el del Fòrum: basta con que las administraciones públicas suministren de forma inteligente suficiente dinero para la vida cultural todos los años, como es su responsabilidad. Concentrarlo todo en cinco meses de un determinado año no es otra cosa que un empacho hortera que presupone la peor concepción de lo que debe ser una acontecimiento cultural: aquella concepción que quiera banalizar la cultura, integrarla en el sistema, trivializarla, disneylandizarla, dejarla sin sustancia. En definitiva, negarla con apariencia de ofenderla. Cinismo puro.

¿Por qué no han surgido ideas, en cinco años, sobre lo que debe ser el Fòrum? Porque todas las personas solventes consultadas han considerado que, hablando en serio, el Fòrum es inviable y que lo que se va a conseguir es, a lo más, un pastiche a medio camino entre unos campeonatos del mundo del fútbol y un parque temático. Al final, la patata caliente ha quedado en manos de los políticos. Unos se han subido al carro en los últimos meses para intentar hacer propaganda política de sus ideas: al fin y al cabo, esto de las culturas, en plural, les suena bien. Los otros andan desconcertados: sin el apoyo de los suyos, por un lado, y sin poder hacer quedar mal al jefe, por otro. Desde Madrid, la situación debe contemplarse con un carcajeo general.

Todas las administraciones están comprometidas, pero una en especial: el Ayuntamiento de Barcelona. Clos debería reflexionar a fondo. A veces las soluciones radicales son la única forma de acabar con los problemas. Si no quiere sufrir hasta 2004 y, muy probablemente, quedar desprestigiado a partir de esta fecha, además de aumentar seriamente el déficit de la institución que preside, lo mejor sería pagar los finiquitos y dejarlo correr. Rectificar no sólo es de sabios, sino de personas serias. Puede ser la piedra de toque para comprobar si es un gran político.

Francesc de Carreras es catedrático de Derecho Constitucional de la UAB.

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