'Benidorm triunfa por el alcohol, el baile y el sexo'
Dedica la mitad de su tiempo a la empresa Taller de Ideas y es autor de las directrices de varias comunidades autónomas y de diversos planes territoriales parciales, en los que ha desarrollado diagnósticos, programas y propuestas de usos turísticos. Iribas también es autor del Libro blanco del litoral de la Comunidad Valenciana.
Pregunta. ¿Qué hace un sociólogo en la selva del turismo?
Respuesta. Intentar arrojar algo de luz sobre un fenómeno que, por el hecho de estar al alcance de todo el mundo, se presta a ser juzgado bajo perspectivas superficiales y tópicas.
P. ¿El turista no es sólo uno?
R. Ése es uno de los más grandes errores. La terminología turística es muy pobre porque la reflexión sobre el turismo es extraordinariamente limitada. Esa indigencia teórica conduce a análisis que parten de la base de que sólo hay una clase de turistas, pero sostengo que hay al menos tres. Tenemos, por un lado, al turista de masas, que emplea agencias charter y que viene para un periodo de 15 días o menos y que viene en solitario o con la pareja. Su dinamismo en el uso del espacio y tiempo y su nivel de gasto suelen ser altos, aunque su aspecto pueda ser deplorable. A este grupo van destinados los grandes resorts de masas internacionales, que, aunque sustentan el éxito turístico español, son persistentemente ignorados por la propaganda oficial. La segunda clientela turística son los veraneantes, que son los que responden al modelo clásico español. Es el segmento que trata de recuperar la fuerza de trabajo, que viaja con toda la familia para una larga estancia a un espacio al que es fiel y sobre el que cree tener inalienables derechos. Es una persona en estado de iracundo reposo, que se pasa el tiempo criticando al resto de los turistas porque no coinciden con sus gustos. Y luego está el viajero, que es un heredero espurio del viajero romántico del XIX. Trata de hacer una inmersión cultural a través del consumo inmoderado de ciudades y monumentos, de espacios naturales beatificados por alguna declaración oficial, de la gastronomía, del folclore... A diferencia de su modelo original, el viajero actual no busca el descubrimiento, sino constatar que la postal se corresponde con la realidad. Y hay una cuarta modalidad, que yo me resisto a incluir en el turismo, que es el llamado turista residencial, una denominación antinómica. Es un tipo que acaba viviendo en el lugar durante largos periodos de tiempo y que termina reclamando derechos de sufragio y atenciones asistenciales. Todos ellos son forasteros, algunos extranjeros, ninguno turista. El turismo residencial conduce inevitablemente a un nuevo modelo de asilo.
P. El turismo es el gran depredador del territorio.
R. Lo es en función del modelo que se elija. Si se elige el modelo extensivo, sí. El énfasis que se ha puesto en la venta de territorio en la Comunidad Valenciana ha sido el elemento decisivo para que su litoral se haya despilfarrado sin ningún sentido. El atributo diferencial más importante de que disponía la Comunidad era su abundante territorio de calidad, con una accesibilidad terrestre desde la Europa central menor de 24 horas y un excelente clima invernal. Ventajas extraordinarias que no se han sabido aprovechar porque se ha preferido un modelo de ocupación extensiva del territorio a base de suburbios residenciales llenos de belenes mientras se denostaba el único ejemplo turístico de gran eficacia ambiental y económica, que es Benidorm, con independencia de sus defectos. Benidorm concentra entre el 40% y el 45% de la renta turística valenciana y ocupa sólo el 1% del litoral. Para conseguir el mismo resultado económico, por cada metro cuadrado utilizado en Benidorm se necesitan 170 en las zonas litorales repletas de chalés.
P. ¿Es, por tanto, más ecológico el modelo de Benidorm que el de Denia y Jávea?
R. Indiscutiblemente, salvo quizá en su impacto visual, aunque incluso eso es discutible. En cuanto al consumo de agua es, por ejemplo, flagrante. Benidorm está en 140 litros por persona/día, muy por debajo incluso del gasto en una ciudad multifuncional, mientras que en las áreas de chalés se alcanzan los 600 litros. No se pueden sostener económicamente las infraestructuras en las zonas extensivas, al margen del precio que tengan los chalés. Los políticos y los empresarios inmobiliarios se dan cuenta, pero no ponen freno. ¿Por qué? Porque en el modelo puramente inmobiliario no puedes hacer otra cosa que vender territorio. Es un drama. En cambio, el modelo de gestión de territorio, basado en concentraciones urbanas que disponen de un aparato hotelero potente que dinamiza la estructura de alojamiento y permite mejorar la estacionalidad, genera una riqueza superior y usa pocos recursos espaciales.
P. ¿Cuál es el éxito de Benidorm?
R. Benidorm es el caso extremo de concentración y de eficiencia industrial, lo que le ha llevado a ser el espacio más divertido para el turismo de masas. Lidera el turismo europeo desde hace 30 años y cada vez se distancia más del siguiente. El éxito de Benidorm es que es un producto muy nítido. Es como una coca-cola de litro. La gente sabe a lo que va. Lo que promete Benidorm, lo cumple. Así que raramente defrauda. A los jóvenes proletarios europeos les ofrece un San Fermín continuo, con lo que cumple una función antropológica. En los países del norte industrializado de Europa desapareció la fiesta campesina, que suponía un momento de ruptura de la vida laboral asociado al despilfarro programado, donde la gente subvertía ciertos órdenes del mundo establecido a través de una bacanal, para luego volver a la cotidianidad. Esa bacanal estaba compuesta de tres elementos: alcohol, danza y sexo furtivo. La industrialización, con su monótono calendario continuo, rompió esta fiesta, que no ha tenido sustitutivo hasta que se les ha ofrecido Benidorm y otros destinos similares que ofrecen precisamente alcohol, danza y sexo furtivo. Y como estos lugares dan respuesta a una necesidad antropológica insatisfecha, tienen ese éxito que tantas sospechas provoca.
P. En todo caso, el turismo es una coyuntura pegada con saliva. Mañana se puede ir al norte de África o a cualquier parte que le resulte más barato.
R. Lo veo muy difícil. Primero, por las ventajas tecnológicas que aporta España. En segundo lugar, por la mentalidad de los turistas, que huyen del exotismo incontrolado. Frente a lo que dice la propaganda oficial, de que el diferencial de España es la alegría y el sol, lo que la distancia de los demás países es que tiene una tecnología hotelera de masas puntera que permite mantener un nivel de precios competitivo.
PERFIL
Este sociólogo, nacido en Bergara (Guipúzcoa) en 1950, llegó a Benidorm a principios de los setenta requerido por su maestro Mario Gaviria para hacer socio-urbanismo rojo en un libro contra la autopista. Sin embargo, terminó dedicando la vida al turismo. Su santón Henri Lefebvre había dicho que Benidorm era la ciudad del mundo más habitable construida después de la II Guerra Mundial, y con esta premisa y otras reflexiones surgió el libro Benidorm, ciudad nueva, considerado como la Biblia del análisis turístico. José Miguel Iribas ha estudiado el fenómeno del turismo sin prejuicios y con datos, y sus trabajos le acreditan como uno de los gurus más solventes de este fenómeno de masas, crucial para el desarrollo de España. Es un defensor obstinado del modelo intensivo de turismo (Benidorm) y está convencido de que las ciudades son el mejor parque temático.
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