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Columna
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Un buen rollo

Un buen rollo de izquierdas. Así ha venido a sintetizarse lo ocurrido en la pasada Conferencia de Organización del PSOE. Quiere decirse, una buena sintonía entre las distintas familias del partido, más una redefinición ideológica, que a la postre ha resultado ser una recuperación de la identidad perdida, o por lo menos extraviada en los últimos bandazos: la izquierda como un espacio plural, y no como una patente orgánica; la libertad como supremo valor, el control de la democracia sobre los libertinajes del capitalismo, la laicidad del Estado, la vindicación republicana... ¿No será un sueño?

Todo empezó con un sorprendente discurso del presidente del partido, Manuel Chaves -resuelto a que nadie lo desbordara por la izquierda-, apostando duro por recuperar el crédito en la añorada sociedad civil, y más concretamente a todos los progresistas que han ido abandonando la organización. Se situaba así frente a los que creen que hacerse fuertes en el aparato es una especie de canonjía polivalente. Algo que da derecho a todo, y por supuesto a coger número en la lista de espera para cargos públicos. Más de uno seguro que se agarró a lo que pudo cuando lo escuchó. Desde luego, pocos como Chaves conocen los fatales efectos que tiene esa miseria de la política donde más duele, en la pérdida del voto de clases medias urbanas, jóvenes, intelectuales, artistas y un largo etcétera, mientras muchas agrupaciones locales del partido se consumían en trifulcas domésticas. El reciente fiasco de la plataforma Málaga 2003, que intentaba precisamente eso, configurar una alternativa plural y de progreso en una ciudad tan castigada por la demagogia del PP, seguro que le rondaba todavía el ánimo. Así que tarea tiene, y bueno será que se ponga cuanto antes a demostrar con buenas obras sus estupendas razones.

Pero la dimensión andaluza de lo ocurrido el pasado fin de semana en Madrid tiene otras varias lecturas. En favorable, la superación de un conflicto larvado entre la dirección federal y la andaluza, desde que los sureños perdieron el último congreso. Y no sólo por la inteligente iniciativa de Zapatero de situar a Chaves de presidente del partido, sino por el entendimiento que se ha venido produciendo, en contactos discretos, entre los segundos niveles de una y otra orilla, con harto desconsuelo de los autoproclamados zapateristas andaluces. En la zona de los empates han quedado las cuestiones de metodología democrática (tan importantes a la larga como la ideología): listas abiertas, primarias, limitación de mandatos... Ya veremos qué ocurre cuando haya que concretar un poco más. Y en la zona de penumbras, asuntos de vital importancia para la gestión de la democracia, como eso que preocupa muy mucho a Zapatero y que reaparece con sospechosa frecuencia en sus discursos: el papel de las televisiones públicas. Por lo que pueda ocurrir, Chaves haría bien en ir metiéndose a fondo en Canal Sur TV -ahora que el verano se le ha puesto más placentero de lo que él mismo hubiera soñado, tras el acuerdo de financiación-, para demostrar que la esperanzadora sintonía con el flamante secretario general es algo más que una cuestión de palabras. Sólo es un ejemplo.

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