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VIVIENDA, POBREZA, REBELIÓN

Ocupación todos los días del año

Andrés, de 28 años, es okupa desde hace 10. Ahora vive en una casa 'no reivindicada' porque prefiere pasar inadvertido. Durante muchos años vivió en grupo en varias casas, como El Manantial, en el barrio barcelonés de Vallcarca, pero ahora quiere ser un vecino más. 'Esta casa había estado vacía durante 35 años, tardamos seis meses en arreglar el patio que parecía una selva', cuenta mientras desayuna, a la una de la tarde.

Su filosofía de vida es 'trabajar tres semanas para descansar dos' ya que no quiere encierros ni rutinas. Así, se busca la vida entre el mercadillo de Vallcarca y los trueques de comida y ropa que hace con sus conocidos. Su compañera, Frida, una sueca de 26 años, explica: 'Son muy pocos los que saben que la casa está ocupada. Si tuviera la fachada pintada, muchos extranjeros preguntarían por una habitación libre'.

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'Ganar 100.000 pesetas para pagar 70.000 de alquiler... no me convence', opina Andrés. Otro okupa, Charly, de 23 años, piensa lo mismo. Charly es transportista y ocupó hace seis años una casa frente a la ronda del Guinardó. 'La casa había estado abandonada durante una década. Entre todos la hemos reciclado y hoy vivimos 15 personas', cuenta con desconfianza ante las preguntas de una desconocida.

Charly sabe que cuando la policía lo desaloje, ocupará otra casa: 'Sólo espero que no vengan a las seis de la mañana, con prepotencia y sin dejarte coger tus cosas, como ha pasado'.

En la ronda del Guinardó hay otras muchas casas ocupadas, cuyos ocupantes no guardan una relación directa, sólo el mismo estilo de vida. 'Hay diferentes tipos de okupas. Algunos, porque no tienen otro remedio, otros por ideología, y hay hasta nazis ocupando', relata Charly.

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Iván, de 25 años, lo hace por militancia. Forma parte del movimiento de los jóvenes okupas de Sants. Trabaja en un bar social: 'Nosotros no somos un grupo aislado como lo quieren imponer desde los medios de comunicación o desde el poder. En Sants tenemos reuniones con las asociaciones de vecinos todos los meses y hacemos cosas en conjunto'.

Su amigo Joan, de 28 años, es okupa desde hace ocho años, estudió historia y ahora está enrolado en diferentes colectivos. También está condenado por 'usurpación', el delito previsto en el vigente Código Penal para castigar la ocupación. En 1998 ocupó una casa en Sants que fue desalojada en junio de 1999. 'Tendría que pagar una multa de 120.000 pesetas', explica, pero hasta ahora no lo ha hecho. A juicio de Joan, la ocupación de casas es crear nuevos espacios de construcción.Ahora vive en La Bordeta junto a siete jóvenes en una casa tomada hace dos años. Todos trabajan y algunos estudian. La mitad son mujeres y la otra mitad, hombres. Sus decisiones, como en la mayoría de las casas, se toman en asamblea y por consenso.

'Construimos positivamente los 365 días del año y nos conocen por un desalojo violento al defendernos de la policía', dice Iván de forma ilustrativa.

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