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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Al rescate de Macedonia

La disposición de la OTAN a enviar 3.000 soldados a Macedonia, en la que sería su tercera fuerza de pacificación balcánica, responde al sentido común. La gravedad de la situación irrumpió la semana pasada en la cumbre de la Alianza, después de que la diplomacia más implicada en la región hubiera concluido que una rápida intervención aliada es esencial para impedir una nueva catástrofe. La OTAN parece haber entendido que más vale participar a tiempo en una misión preventiva que verse abocada a zanjar una nueva guerra en la zona.

La precondición del despliegue es que los cuatro partidos de la coalición gubernamental (dos eslavos y dos de la minoría albanesa) lleguen a un acuerdo básico, que discuten desde hace días, para poner fin a cuatro meses de insurrección que ha llevado a la antigua república yugoslava al borde de la guerra civil. Las tensas negociaciones en el Parlamento de Skopje, todavía sin resultados concretos a pesar de la presión internacional, buscan el desarme de los rebeldes albaneses y cambios constitucionales que mejoren la situación social y económica de esta minoría, alrededor del 30% de la población. La guerrilla, que mantiene una tregua precaria, pretende una amnistía general.

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En los dos lados del foso étnico macedonio se comparte la percepción de que sólo una firme implicación militar occidental puede detener el tobogán fatídico. El presidente Borís Trajkovski y el Gobierno de mayoría eslava prefieren ver la mediación armada de la OTAN como garante del desarme de una guerrilla que amenaza ya los suburbios de la capital. Los políticos albaneses contemplan esta presencia como una manera de legitimar el control de los suyos sobre una importante franja del norte y el oeste del país, incluyendo la frontera con Kosovo. De hecho, más de 3.000 soldados de la Alianza aseguran ahora, desde Macedonia, la logística de Kosovo, dependiente de las rutas aéreas y terrestres que cruzan el pequeño país.

Todavía hoy es posible rescatar a Macedonia del abismo y asegurar el crítico flanco suroriental de Europa sin necesidad de una operación a gran escala como las de Bosnia o Kosovo. En línea con las recientes garantías de Bush a sus aliados, Europa y EE UU, juntos en la OTAN, deben mostrar inequívocamente a los macedonios la inutilidad de la vía armada.

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