El Ayuntamiento de Sevilla reabre el mercado de Triana después de 11 años de reformas
Los comerciantes abandonaron las instalaciones en 1990 por un plazo de 18 meses
Los comerciantes del mercado de Triana salieron de sus vetustas instalaciones, construidas a finales del siglo XIX, el 14 de mayo de 1990. El proyecto municipal preveía 18 meses para estudiar los restos arqueológicos del castillo de San Jorge, sobre los que se construyó el mercado antiguo, y renovar el edifico por completo.
Juan Antonio Ramos, presidente de la asociación de comerciantes del mercado, da tres razones para explicar cómo año y medio de obras se convierten en una odisea de 11: los restos arqueológicos eran más importantes de lo previsto, lo que obligó a su recuperación y estudio; los vaivenes políticos de la alcaldía, por la que en este tiempo han pasado tres partidos diferentes, llevaron al proyecto al abandono administrativo; y, para redondear, la empresa constructora pidió más dinero.
En 1998, y gracias al empeño personal del concejal del PP Alberto Jiménez Becerril, delegado de Hacienda entonces y que fue asesinado por ETA, se puso la primera piedra del nuevo edificio, que el pasado jueves era un hervidero de comerciantes que se afanaban por ultimar los detalles de sus puestos.
El concejal de Consumo y Mercados del Ayuntamiento de Sevilla, José Antonio García, ya ilustró hace un mes lo que significaba para su delegación el final feliz de esta historia: 'Yo ese día me pienso emborrachar', dijo exultante cuando compareció ante la prensa para anunciar la fecha definitiva de la inauguración. Estas obras han sido la causa de la mayoría de los quebraderos de cabeza de García en los dos años que lleva en su cargo, pero ahora son también su gran motivo de orgullo.
Los comerciantes no escatiman elogios hacia el delegado, de quien dicen que muchos días ha permanecido a pie de obra, en compañía de su esposa, hasta altas horas de la noche.
Ahora, García evoca con alivio las dificultades de esta hazaña, sobre todo las económicas. Los 1.308 millones del presupuesto inicial se quedaron cortos demasiado pronto: el tratamiento de los restos arqueológicos sumaron otros 105 millones; las obras de traslado del Kiosco de las Flores, 40 más; un modificado final tras discrepancias con la constructora, otros 217.
Al final, el Ministerio de Fomento ha puesto 225 millones, la Junta, 300, y el resto, más de 1.200, corre a cargo de la delegación municipal de Consumo. 'No sé de dónde voy a sacar el dinero', reconoce García, 'pero la obra había que hacerla ya'.
Enumera de memoria la retahíla de servicios y novedades de las instalaciones: aire acondicionado, hilo musical, escaleras mecánicas 'importadas de Suiza', accesos para minusválidos, tres plantas de aparcamientos, ascensores... García lo califica como 'un mercado polivalente' que, como los de toda la vida, tiene su razón de ser en el comercio tradicional -26 pescaderías y 15 puestos de fruta, entre otros-, pero que contará también con otros menos habituales: confección, ferretería, juguetería, teléfonía móvil y hasta una peluquería. Además, abrirá por las tardes y ofrecerá gratis el reparto a domicilio, servicios que le van permitir competir en igualdad de condiciones con las grandes superficies comerciales, los mayores enemigos de los mercados de abastos.
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