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Los científicos del CSIC desaprueban el proyecto para dragar el Guadalquivir por su escaso rigor

El estudio de impacto ambiental no evalúa los efectos sobre el Parque Nacional de Doñana

Tereixa Constenla

La Autoridad Portuaria de Sevilla, cuyo presidente es Manuel Fernández, ha justificado esta actuación para combatir el estancamiento en el tráfico de mercancías, que atribuye a 'las limitaciones que el actual acceso al puerto de Sevilla impone al tráfico marítimo'. Desde 1997 el movimiento anual de mercancías ronda los cuatro millones de toneladas, pero la previsión del organismo para 2010 es de 6,3 millones de toneladas si, para entonces, se ha dotado de una infraestructura portuaria con una nueva esclusa capaz de facilitar el acceso de buques de hasta 35 metros de manga, casi el doble de la anchura máxima de las embarcaciones que pueden recalar ahora.

Amén de la nueva esclusa, las obras contemplan, según los tramos, ampliar el ancho, aumentar el calado y modificaciones en el trazado del canal de navegación del Guadalquivir. El volumen total a dragar ronda los 9,5 millones de metros cúbicos, 'el mínimo posible', según los redactores del proyecto, que obliga también a realizar vertidos en recintos terrestres y marinos.

Aunque el estudio de impacto ambiental detalla algunos efectos negativos para el medio ambiente y plantea medidas correctoras, tanto los investigadores de la Estación Biológica de Doñana como Ecologistas en Acción han descalificado el informe por ignorar o minimizar las repercusiones en el entorno de la desembocadura del Guadalquivir y en el Parque Nacional de Doñana. En las observaciones de la Estación Biológica, dirigida por Fernando Hiraldo, se señala que la ampliación de la anchura del cauce podría conllevar la destrucción de las comunidades vegetales de alto valor ecológico en la desembocadura y que no se precisa la erosión que generará el aumento del tráfico de buques (y de mayor tamaño) en las orillas del río ni en la flora y la fauna.

El estudio, según los científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), tiene 'muy poco en cuenta el impacto del vertido de dragados' en el borde del río sobre la nidificación de la avifauna, entre ellas anátidas que llevan sus pollos a las marismas del Parque Nacional. Uno de los vaciaderos propuestos por la Autoridad Portuaria (La Esparraguera) coincide con una de las áreas que la Consejería de Medio Ambiente pretende, además, restaurar dentro del plan de recuperación de la cerceta pardilla, una especie de ave acuática amenazada.

El aumento de la salinidad que conllevan las actuaciones en el río perjudicará el agua de las balsas de Veta la Palma, zona considerada por los científicos como la 'más importante de reproducción de muchas especies de aves en Andalucía'. También las medidas correctoras planteadas por la Autoridad Portuaria reciben la desaprobación de la Estación Biológica, en especial las relativas a la adecuación paisajística de los vaciaderos nuevos, como la creación de zonas húmedas permanentes. 'Nos parecen muy poco serias, ya que no se presentan proyectos detallados', arguyen en el texto.

Las alegaciones de Ecologistas en Acción al proyecto destacan que la 'modificación de la calidad de las aguas y de la dinámica de funcionamiento' entre la marisma y el río ocasionará 'graves alteraciones' en el cauce. Además, recuerdan que el Bajo Guadalquivir está propuesto por Medio Ambiente como un Lugar de Interés Comunitario, una figura de protección establecida por la Comisión Europea.

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Los ecosistemas naturales de las riberas también sufrirán deterioros por el dragado porque, según Ecologistas en Acción, alterarán las mareas y la dinámica fluvial 'haciendo que el tapón salino ascienda río arriba y alterando la vegetación de las márgenes'. La pérdida de la calidad de las aguas también afectaría a la producción agrícola, según Ecologistas en Acción, que ha pedido la retirada del proyecto, al igual que la Federación de Arroceros de Sevilla, que teme que el proyecto portuario amenace la 'subsistencia' de 35.000 hectáreas de cultivo.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Lisboa desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera en Andalucía. Es autora del libro 'Cuaderno de urgencias'.

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