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Columna
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Alucino

Lo malo de pasarte un mes recorriendo América Latina, de México a Buenos Aires, sin toparte más que con gente amable y alcoholes autóctonos, es que vuelves a lo tuyo sintiéndote Amnésica Latina, es decir, feliz, mecida por los dulces acentos de quienes me recibieron sin exigencias de visados y siguen pensando que España es también un buen país con buena gente. Con el horario cambiado y el hígado por montera, la realidad me ha golpeado con dureza.

La primera, en la frente. Me encuentro con que del periódico La Vanguardia ha desaparecido desde hace dos semanas, al parecer por remodelacionitis aguda, mi solaz de todos los domingos, la doble página de El Burladero, que tantos buenos ratos me ha proporcionado, incluso cuando se reía de mí. No quiero ni pensar qué será de mi séptimo día de la semana sin las tiras del Gimfi, los anuncios de la Lupe y muchas otras amenidades cuya intencionalidad y salero ponían al periódico a la vanguardia del humor y la sátira políticas.

Mas, como suele ocurrir, ello no es todo. Para mi sorpresa, la íntegra totalidad de los mass o menos media se convirtió ayer en una especie de Burladero real, quizá como homenaje a los colegas del cotidiano barcelonés que ya no me entretendrán con su encanto. Y no me refiero a las noticias en general, ni al hecho de que Aznar se apareciera en el Canal 33 de Cataluña para pastorear a sus ovejitas de aquí (cómo estaré, que ni siquiera él consiguió dormirme), sino a ¡esa imagen de Jesucristo según el Evangelio Digital!

He conocido todo tipo de cristos, del Pierre Clementi que daba la hora en La Vía Láctea, de Buñuel, al draculino Willem Defoe de La última tentación de Cristo, de Scorsese; pasando por el macizo Jeffrey Hunter de La historia más grande jamás contada. Pero jamás pensé que llegaría un día en que tendría ante mis ojos a un Jesús tan poco apetecible de seguir, abandonando familia y bienes, como esta síntesis de Pedro Picapiedra y Jaime Mayor Oreja que la BBC, basándose en un cráneo del siglo I hallado en Jerusalén y en la tecnología digital científica más avanzada, nos lanza, cual parábola, en vísperas de las elecciones en el País Vasco.

Volved, Burladeros míos: sois más benévolos que la vida.

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