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Un cómic recupera la dramática vida del mítico cantaor gaditano Macandé

Ikusager ha publicado el álbum, que relata las desventuras del artista

Con esta iniciativa, los dibujos de Laura (autora de El toro blanco y Las habitaciones desmanteladas, entre otras obras) y el guión de Felipe Hernández Cava han reconstruido el drama del gaditano Francisco Gabriel Díaz Fernández, nacido en el Barrio de la Viña en 1897 y fallecido en el Hospital Psiquiátrico de la misma ciudad en 1947.

Según explica Fernando Quiñones en su libro De Cádiz y sus cantes, Gabriel Díaz nació en el seno de una familia de sordomudos -madre y hermanos-, de tal modo que el poderío de su voz 'se antojaba una venganza contra el mal de los suyos'. Puesto que el cante no le daba para vivir, comenzó a vender caramelos, y sus pregones, cantados por asturianas, fueron dándole fama.

Como una ironía del destino, aquella garganta prodigiosa vino a enamorarse de una muchacha muda, que le dio dos o tres hijos también mudos. Hay quien atribuye a este hecho la locura de Macandé, que fue encerrado en el manicomio de Capuchinos con un diagnóstico de psicosis del círculo esquizofrénico.

Cuentan que los niños se concentraban en su ventana y le regalaban colillas para oírle cantar el pregón de caramelos. Otro episodio anecdótico, del que constan varias versiones, se refiere a la visita que le hizo en cierta ocasión el mismísimo Manolo Caracol, siempre interesado en acudir allí donde se hiciera buen cante.

Las campanas de la catedral

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Los dos talentos permanecieron uno frente a otro, en silencio, hasta que las campanas de la catedral empezaron a tañir. 'Oye eso, Manuel, está tocando la campana y tiene mi tono', dijo Macandé, según la leyenda. Y cantó tan bien a ese compás, por seguiriyas, que Caracol se rompió la camisa.

Fueron todas estas circunstancias las que llamaron la atención del guionista Hernández Cava. 'La primera vez que tuve noticia de Macandé fue por una historieta de dos páginas, firmada por Raúl y aparecida en 1985 en la revista Madriz', recuerda Hernández Cava.

'Me propuse investigar, fui recogiendo datos a través de amigos entendidos en el flamenco y acabé haciendo mío el personaje, por esa inclinación que tenemos de proyectar figuras reales para hablar de nuestras propias obsesiones'. En un principio, estaba previsto que ilustrara la historia el dibujante Raúl, pero finalmente acabaría firmándola Laura.

El resultado final es, además de un hermoso testimonio flamenco, un álbum espléndidamente editado, que, no obstante, denota la voluntad de sus autores por trabajar la historieta a contracorriente, con insinuaciones de feísmo e improvisación. 'En este ambiente sigue habiendo bastante ceguera', apunta Hernández Cava, quien asegura que las viñetas de Macandé han sido mejor recibidas en los círculos flamencos que entre los aficionados al cómic.

'Fue presentado en el Teatro Cervantes de Alcalá de Henares, un sitio poco habitual para este tipo de actos. Participó el cantaor Vicente Soto, Sordera, y los flamencos se movilizaron para asistir con cierto carácter reivindicativo hacia el personaje', añade.

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