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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Catalán sin imposición

El Tribunal Superior de Cataluña (TSJC) ha dictado una sentencia, que se promete importante, por la que invalida el grueso del reglamento lingüístico adoptado por la universidad tarraconense Rovira i Virgili (URV) por escoramiento hacia el monolingüismo catalán. La sentencia endurece la resolución del juzgado contencioso-administrativo, recurrida por los denunciantes. Si éstos impugnaban nueve de los 30 apartados del reglamento, el tribunal ha anulado finalmente 16, 'por disponer el uso del catalán de forma imperativa, sin dejar margen a la otra lengua oficial', el castellano.

Los magistrados afianzan así el uso indistinto de los dos idiomas cooficiales, lo que está en sintonía con el bilingüismo real de la sociedad catalana, aunque reconocen que el catalán podrá ser el vehículo utilizado normalmente, de ningún modo exclusivamente, por la universidad. La URV ha anunciado su voluntad de ejecutar inmediatamente la sentencia, indicando así su probable renuncia a recurrirla. Es una reacción sensata, que contrasta con el nerviosismo mostrado anteriormente tanto por el rectorado como por la Generalitat, de la que depende.

Y ahora, ¿qué? Más allá del estricto cumplimiento de la resolución judicial, parece necesario que ésta abra una reflexión tranquila entre políticos y universitarios catalanes sobre el desarrollo ecuánime de la Ley de Política Lingüística, cuya constitucionalidad no ha sido puesta en cuestión por el tribunal, contra lo que reclamaban los denunciantes. Todos los grupos del Parlamento autónomo, salvo el PP, avalaron enfáticamente el reglamento que los jueces han desmochado. ¿Nada tienen que decir con vistas al futuro? Si mantienen un perfil tan discreto habrá que presumir una disposición a encajar de nuevo otras interpretaciones forzadas de la ley, similares a la que los jueces han rechazado. Artur Mas, Pasqual Maragall, Josep Lluís Carod-Rovira y Joan Saura no deberían mirar a otra parte: la sentencia va también con ellos.

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Sólo reforzando su leal compromiso con la cooficialidad y el bilingüismo en Cataluña y en sus instituciones autónomas podrán defender creíblemente y con éxito las razonables propuestas, que algunos de ellos formulan, para que las instituciones políticas y universitarias estatales incorporen en mucha mayor medida de la actual la riqueza del plurilingüismo realmente existente en el conjunto de España.

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