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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El marco del fútbol

El fútbol, que comenzó su andadura como un deporte recreativo, se ha convertido en una gigantesca estructura económica, ajena en muchos casos a las reglas que determinan la actuación en otros ámbitos de la actividad empresarial. Para impedir espacios que operen al margen de las leyes comunitarias, la Comisión Europea le ha exigido -a través de sus más altas instancias- propuestas que permitan encajarlo en el ordenamiento económico y laboral de la UE.La FIFA y la UEFA, interlocutores máximos, han aceptado de mala gana el requerimiento, pero han presentado un documento para el debate. No podía ser de otra manera cuando los clubes europeos acaban de gastar 250.000 millones de pesetas en fichajes, figuran mayoritariamente como sociedades anónimas con ánimo de lucro, cotizan en Bolsa y firman -caso del Manchester United y Nike- contratos de 80.000 millones de pesetas para obtener recursos y ganancias. Otra cosa es que los clubes pretendan todas las ventajas y casi ninguno de los inconvenientes que se derivan de esta actividad.

La Comisión de la UE ha advertido al fútbol que debe respetar los principios básicos de la libre competencia y de la libre circulación de los trabajadores. Esto es, de los futbolistas. Bruselas considera que los jugadores también están en condiciones de romper sus contratos de forma unilateral, con la única condición de respetar el preaviso legal. En la situación actual, un jugador con contrato sólo puede pasar de un club a otro mediante el acuerdo económico de las dos sociedades. Los clubes han construido gran parte de su entramado financiero sobre este principio, que la Comisión tiene por inaceptable. De ahí su demanda de modificar el marco actual, mejor de forma pactada.

Desde las principales instancias del fútbol se pide respeto a la especificidad del deporte, opinión compartida por dirigentes políticos como Tony Blair o Gerhard Schröder. Se teme que un uso abusivo de la ruptura de contratos por parte de los jugadores tenga consecuencias fatales: por el desbarajuste que se generaría, por la posibilidad de adulterar la competición a través de un tráfico imparable de futbolistas o por el pernicioso efecto que tendría en los aficionados, cada vez más molestos por la escasa identificación de los jugadores con los colores que defienden; el fútbol tiene un inesquivable componente sentimental.

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Un acuerdo es absolutamente necesario. El fútbol no puede campar a sus anchas y debe encontrar su encaje en el marco económico y laboral de la Europa comunitaria. Pero necesita que le respeten ciertas peculiaridades relacionadas con su raíz deportiva. De lo contrario, puede provocarse un caos irremediable.

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