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'Tani'

Rosa Montero

Hoy, si un milagro no lo remedia, entrará en la cárcel Tani, Teresa Moreno Maya, para cumplir una condena de catorce años por haber matado de un tiro a su marido. Sucedió en Mejorada del Campo, en un mísero chabolo, durante una de las palizas habituales que Tani recibía de su esposo, que al parecer solía emborracharse y atizarla. Después de aquello, y al salir en libertad provisional, Teresa se puso a trabajar de limpiadora, y con su magro sueldo alquiló un piso decente en Rivas. Lleva cuatro años residiendo allí, al fin en paz, con sus cuatro hijos. "Es ahora cuando había empezado a vivir, a ser persona. Toda la vida luchando para sacar adelante a mis hijos y aguantando palizas para acabar así", dice Tani en El Mundo. Para acabar en prisión, pese al indulto solicitado por múltiples organizaciones de mujeres y por el Ayuntamiento de Rivas.Teresa no había denunciado con anterioridad las brutales tundas del marido, pero es que muchas de las mujeres maltratadas viven en un estado de victimización tan absoluto que ni siquiera se rebelan a su verdugo: por miedo a las represalias, o porque la destrucción de su autoestima es tan completa que incluso se sienten merecedoras del castigo. "Mi marido me pega lo normal", le dijo una mujer de cara tumefacta al médico forense Miguel Lorente. Teresa, pues, no denunció a su marido, pero todo el mundo conocía la situación. Los hijos de Tani han escrito desgarradoras cartas pidiendo clemencia para su madre: "Después de salir adelante olvidando el pasado... primero, en Mejorada del Campo; eso era un asco lleno de mierda, pasando hambre y frío. Después, las palizas que le daba mi padre a mi madre (...) Y ahora, ¿qué va a ser de mis hermanos y de mí?", dice Eusebio, que a los 14 años ya ha debido de vivir el sufrimiento correspondiente a varias existencias.

Uno de los grandes fracasos del Gobierno es su plan de acción contra la violencia doméstica. En los últimos años han cacareado diversas medidas de urgencia, pero luego, en la realidad, no han hecho nada. Ahí siguen las mujeres, torturadas, quemadas vivas, asesinadas. Y ahí están sus verdugos, sin apenas condenas. Pero luego las pobres Tanis se pudren en la cárcel. Contra toda lógica, contra toda compasión y toda justicia.

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