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Medio Ambiente lanza un plan para proteger al quebrantahuesos La especie se ha recuperado un 17%

La última radiografía de la población del quebrantahuesos en España es prometedora. El número de ejemplares de este buitre en peligro de extinción ha aumentado un 17% en cuatro años. En 1996 España tenía una población de 66 parejas de ejemplares adultos, y ahora son 77. El Ministerio de Medio Ambiente lanza un plan de choque para mantener ese crecimiento. Los ecologistas denuncian que el plan será inútil si no se crean 10 nuevas zonas de protección.

España se ha convertido en la gran reserva europea del quebrantahuesos (una especie de buitre cuyo nombre científico es Gypaetus barbatus). El quebrantahuesos es uno de las 11 tipos de aves catalogadas legalmente como en peligro de extinción.De las casi 115 parejas de este carroñero que anidan en las paredes rocosas de algunos montes europeos, 77 ejemplares -el 67%, aproximadamente-, vive en España, según datos de la Estrategia para la Conservación del Quebrantahuesos, aprobada este mes por la Comisión Nacional de Protección de la Naturaleza.

El resto de los quebrantahuesos que quedan en Europa habita en los Alpes (Francia, Austria, Suiza e Italia), en Córcega (Francia) y en Grecia (incluida Creta). En los Balcanes sobreviven entre una y tres parejas y algún ejemplar aislado en soledad.

España alberga hoy 11 parejas más que en 1996. El crecimiento poblacional no va acompañado del de la producción de pollos: las parejas adultas sacan adelante una media de 30 pollos al año, según Medio Ambiente.

Los Pirineos son el único sistema montañoso español que cobija a esta escasa ave, en tres comunidades autónomas: Cataluña, Aragón y Navarra. En Andalucía, en la sierra de Cazorla, también había, pero se extinguieron hace unos 15 años.

En su expansión demográfica, el quebrantahuesos ha ocupado nuevos territorios. Su silueta se puede ver ahora sobrevolando el extremo oriental de la cordillera Cantábrica, en las provincias de Álava, Guipúzcoa y Navarra.

Los ecologistas exigen que esa expansión territorial vaya acompañada de otra administrativa y piden que el ministerio cree 10 nuevas zonas de especial protección para aves (ZEPAS) -seis en Aragón, tres en Cataluña y una compartida-, con el fin de preservar el crecimiento poblacional. "La estrategia que va a poner en marcha el Gobierno será inútil si no se protegen los territorios donde habita este buitre", denuncia Juan Criado, ecologista de la Sociedad Española de Ornitología (SEO).

El plan de choque del ministerio ataca el uso de venenos en el monte, la principal fuente de mortandad no natural del buitre y otras especies de la fauna salvaje.

"En los últimos cuatro años se han encontrado siete ejemplares de quebrantahuesos muertos en el campo, envenenados", dice Criado. Todos los ejemplares estaban provistos de radiotransmisores y formaban parte de programas de seguimiento de la especie.

El carroñero de los carroñeros

Al quebrantahuesos también se le conoce por buitre barbudo, por las plumas alrededor del pico. De un ala al otro mide casi tres metros. Se le distingue a simple vista de los otros buitres por su vientre de color claro. Una parte de su plumaje es blanco, aunque se le oscurece por los baños de barro que se da para desparasitarse. Es un ave longeva, que vive una media de entre 18 y 20 años. Alcanza la madurez a los siete años, por lo que la muerte de un ejemplar adulto supone una valiosa pérdida en una colonia.

Se alimenta de huesos, principalmente de los más largos, los de las extremidades de las reses muertas. El primero en atacar el cadáver de una res es el buitre negro, que con su poderoso pico rompe el pellejo para devorar las entrañas. El segundo es el buitre leonado, que aprovecha el trabajo realizado por su primo: el leonado no podría romper la piel por sí solo y, cuando no cuenta con la ayuda del buitre negro, se come las reses metiendo la cabeza por el ano. El alimoche o buitre blanco se sitúa en segunda fila para devorar los restos que desechan el buitre negro y el leonado.

El quebrantahuesos se alimenta de la carroña que dejan los otros carroñeros. Cuando éstos terminan, el quebrantahuesos arranca las patas al animal y las lanza desde lo alto, en pleno vuelo, contra las rocas. Así fractura los huesos para acceder a la parte blanda, la médula ósea.

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