El Tour gris del equipo ONCE
Parece que ha transcurrido una eternidad, pero ocurrió hace sólo 20 días. Manolo Saiz y sus nueve corredores tocaron en Saint Nazaire la cúspide de lo que una firma puede aspirar: ganar la contrarreloj por equipos del Tour, declararse oficiosamente la mejor máquina colectiva del momento. Hoy, Manolo Saiz y los únicos cuatro corredores que han sobrevivido a la carrera viven en la sombra. Es más, agradecen el anonimato. Con lo que es el ONCE, y su forma de entender el ciclismo como un espectáculo.Basta recordar la presentación de Futuroscope. Un lago artificial, y en la orilla, unas rampas por donde aparecían los ciclistas. El mismo escenario para todos, pero el ONCE, el único en aparecer con un aura estelar. Escondió su uniforme hasta el último segundo. Y ahí estaba, con su nuevo maillot, grisáceo. Quién le iba a decir que ese color sería el que mejor identifica su Tour; que el amarillo que le permitió vestir la organización excepcionalmente en la contrarreloj por equipos fue eso, la excepción.
"Es como una bola de nieve", explica Mano Saiz. "Ha sido la suma de muchas pequeñas cosas". Pequeñas como permitirse el lujo de traer a un chaval para una sola semana (Iván Gutiérrez), como los abandonos de Etxebarria, Peña, Nicolas Jalabert y Serrano. Como amarrar el maillot amarillo dos días cuando -visto lo ocurrido- pudo aguantarlo una semana. Y otras cuestiones más grandes como el crack unísono de las dos figuras. Como la insólita imagen de Jalabert y Olano en el autobús.
El ONCE ha conocido la soledad. Y las preguntas sin respuesta: ¿Y si hubiera preparado el Tour de otra forma? "Nos reímos de cómo vamos", contesta el serio Olano. "Lo más fácil es irse a casa, pero no abandonaré", asegura Jalabert, mientras piensa en olvidarlo todo en Disneyland, con su hija. "A mí el Tour me ha gustado mucho, tengo ganas de volver", dice el novato David Cañada, el único que ha visto un Tour de colores.
