_
_
_
_
_
Tribuna:SAN FERMINES 2000
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¡Oh, no es ella! (Ana Botella)

Durante horas de emocionado palpitar, Radio Macuto estuvo emitiendo el lunes el siguiente despacho: "Según diversas fuentes, Ana Botella presenciará mañana [por ayer] el encierro desde el balcón principal del Ayuntamiento, para tomar después los tradicionales churros del Nuevo Casino y adornar con su esperada presencia el no menos tradicional baile de la alpargata". ¿Ana Botella, ella, y en carne mortal? Pamplona vivió momentos de tribulación.La tribulación se hizo desasosiego cuando tanto en el balcón principal del consistorio como en el del nuevo Nuevo Casino, brilló en todo su esplendor la ausencia de ella. De no haber mediado el catenaccio de los farmacéuticos y la consiguiente dificultad para obtener barbitúricos, el drama colectivo pudo haberse precipitado sobre los sanfermines. Pero Dios, en su infinita misericordia, no sólo forzó el cierre de las farmacias, sino que precipitó finalmente el advenimiento, bien que con un retraso de seis horas y vía Logroño.

De no haber venido ella, los sanfermines del fin del milenio habrían seguido arrojando un desalentador balance en materia de saraos churriguerescos y alpargateros: tan sólo Vanessa la burladesa, una celebridad nacional que ha conquistado el corazón de las multitudes en el Danzad, danzad malditos televisivo del momento, nos había honrado con su dulcísima presencia.

Por su parte la otra ella, Barcina, la que brilla regularmente en el baile de la alpargata fina, ni siquiera iba a traernos a las madonnas y matronas del PP. En una cosa se había estado equivocando hasta hoy la escuela sociológica del Arga: en que los sanfermines hacían sociedad civil. Lo que hacían era sociedad viril, Hemingway mediante y hasta que no ha venido ella. Barcina misma dirimía estos días cuestiones de gastronomía fina: ésas que se resuelven en nuestras viriles sociedades, mientras se ensalza el churro o se encomia la alpargata. Pero hela aquí, finalmente es ella. Apareció en la plaza, ante el mocerío todo, en carne mortal.

No sabía que nos estaba salvando los sanfermines e incluso el milenio.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_