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La transición de las dictaduras

ENVIADO ESPECIALAdam Michnik, disidente perseguido y encarcelado en los años del régimen comunista y director del periódico Gazeta Wyborcza, el de más prestigio de Polonia, afirmó ayer en Varsovia: "El destino de Pinochet debe decidirlo la democracia chilena y no los ingleses o españoles". Mientras, el expresidente argentino Raúl Alfonsín, que sentó en el banquillo a los militares de la dictadura, lamentó que no haya salido adelante la creación de un tribunal internacional para juzgar delitos contra los derechos humanos y declaró que a Pinochet corresponde juzgarlo "de una manera orgánica, para que no sirva al vedetismo de nadie que intente colocarse por encima de todo".

Alfonsín y Michnik son dos de los 300 participantes en el Foro Mundial sobre la Democracia que se celebra en Varsovia, paralelamente a la conferencia Hacia la comunidad de la democracia, inaugurada ayer en la capital polaca y con asistencia de delegaciones de Gobiernos de unos 100 países. En un interesante debate sobre "La democracia y el tratamiento del pasado autoritario", Michnik y Alfonsín lanzaron sobre los asistentes sus experiencias y reflexiones sobre el tema. Un Michnik provocador e iconoclasta se pronunció por una "amnistía sin amnesia" para los pasados dictatoriales. Con ironía, se asombró Michnik ante la paradoja de que los países democráticos respetan a los dictadores, mientras reprimen desde el poder, y luego los persiguen, cuando lo dejan: "Son bien acogidos en las capitales europeas, les ponen alfombras rojas y dicen que es nuestro socio y no un criminal".

Se asombraba Michnik en su día de que los socialdemócratas alemanes propusieran un diálogo político con el dictador de la República Democrática Alemana, Erich Honecker, y después "esas mismas personas pedían que se le metiera en la cárcel". Preso de esas contradicciones, Michnik sostiene que "cuando los vencedores castigan a los vencidos, la justicia se convierte en venganza", para a continuación advertir: "El perdón de los crímenes puede conducir a que se trivialicen". Dejó claro, eso sí, su "no" a la amnesia, "pero la memoria no puede convertirse en argumento de la lucha por el poder". Se refirió Michnik al caso del dictador cubano Fidel Castro: "Todos quieren que emprenda el camino hacia la democracia, pero ¿cómo convencerlo si el mensaje que recibe es que se le tratará bien mientras sea dictador y después los mismos querrán meterlo en la cárcel?". Según Michnik, a Castro le queda elegir entre el modelo de Pinochet, es decir, negociar la salida del poder, o el del dictador rumano Ceaucescu, que acabó derribado y fusilado.

Michnik afirmó sin el menor pudor: "Yo soy partidario del camino de Pinochet. No es el hombre de mis sueños y nunca me gustó, pero empecé a sentir cierta simpatía por él cuando cayó preso de la democracia británica. Quizá sea la simpatía de un criminal por otro criminal". A la pregunta de un nigeriano de si Chile, "una joven democracia", tiene todos los elementos para juzgar a Pinochet, Michnik respondió: "Chile pasó el examen de la democracia con una nota muy alta y no hay razones para que tenga un hermano mayor como Gran Bretaña o España".

Alfonsín intervino para expresar la alegría que sintió al enterarse de la detención de Pinochet, "un dictador sanguinario, que merece la pena que le corresponda". El ex mandatario argentino expuso a continuación las gestiones que llevó a cabo con el dirigente soviético Mijaíl Gorbachov y el cubano Fidel Castro para que se cortase la ayuda a la guerrilla chilena y favorecer así la transición a la democracia. Sin embargo, de forma tajante afirmó: "Un juez extranjero [en referencia a Baltasar Garzón] no puede poner en peligro la paz en ese país", y criticó que a Argentina "se le ha pedido la extradición de militares ya juzgados y hasta algunos ya muertos".

En su comunicado al foro, titulado Modesto aporte latinoamericano a la construcción de la democracia en Europa del Este, Alfonsín se refirió a los que "adoptan una concepción absolutamente retributiva de la pena, según la cual es un deber moral penar todo delito. Si no se hace, se comete una injusticia tal que no puede ser compensada por ningún otro beneficio social".

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Moralidad social

Sostiene Alfonsín: "Esa concepción de la pena es difícil de justificar desde un punto de vista racional y de compatibilizar con principios de moralidad social. Las prácticas punitivas se justifican moralmente en tanto y cuanto sean eficaces para prevenir que la sociedad sufra males mayores".

En la larga lista de asistentes al foro estaban, entre otras, estas personalidades: la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright; el presidente de Mali, Alpha Umar Konaré; el multimillonario George Soros, el director de periódico kosovar Veton Surroi, el frustrado candidato presidencial peruano Alejandro Toledo; el senador italiano que como fiscal lideró la lucha contra la corrupción Antonio Di Pietro y el premio Nobel de la Paz de Timor Oriental José Ramos Horta.

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