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Entrevista:PASQUAL MARAGALLPRESIDENTE DEL PSC

"Ha pasado el momento de los carismas absolutos. En Cataluña y en España"

Enric Company

Después de haber concurrido a las elecciones catalanas de 1999 al frente de una coalición progresista, Pasqual Maragall (Barcelona, 1941) fue elegido hace una semana presidente de su partido, el PSC, cuyo congreso ha enviado al PSOE el mensaje de que es posible renovar a fondo la dirección manteniendo una cierta complicidad entre distintas generaciones de dirigentes. Tras haber tenido en paz un cónclave que ha renovado a fondo su ejecutiva, los socialistas catalanes, con Maragall al frente, vuelven ahora sus ojos al PSOE y su congreso de julio. Maragall no quiere apostar por un candidato para la secretaría general, pero apunta fórmulas. Pregunta. ¿Qué cree que debe hacer el PSOE para salir de su crisis?

Respuesta. Hay tres asuntos en juego: liderazgo, modelo de sociedad e idea de España y partido. En este congreso haremos santamente con escoger un buen liderazgo. Un buen líder y un buen equipo. Sabiendo que el momento de los carismas absolutos ha pasado. En el PSOE, en Cataluña, en España.

P. ¿Quién piensa que puede ejercer el liderazgo?

R. La persona y el equipo deben tener dos valores. Uno, representar un proyecto de futuro. Eso requiere juventud y potencial político. Y dos, garantizar un tránsito ordenado. Eso requiere una cierta dosis de experiencia y un talante tranquilizador, fiable.

P. ¿Cuál es su candidato para eso?

R. Mi responsabilidad es contribuir a que el congreso del PSOE vaya bien. Y el PSC, que está siendo consultado, no ha decidido. Lo único que sabemos es que debe haber fair play y que las normas permitan elegir un proyecto que garantice un futuro y un tránsito tranquilo, fiable. Quién sea la persona es lo de menos.

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P. Usted ha dicho que no es lo mismo ser nacionalista que catalanista. Los nacionalistas lo niegan. ¿Qué diferencia hay, en su opinión?

R. Nacionalista es lo que hay que ser cuando tu nación no es reconocida. Catalanista es lo que se es, digamos, de forma natural.

P. ¿Y ahora qué le toca ser?

R. El nacionalismo es accidentalista. Se acabará el día en que todo vaya bien. Entonces bastará con ser catalanista. Yo creo que ya hemos llegado a este momento. No porque lo tengamos todo, sino porque ya tenemos un entorno suficientemente permeable como para no ser exclusivamente reivindicativos. Después hay otro tipo de nacionalismo, que es el que se siente, pero se ignora. Es el nacionalismo implícito, que es el español. O el francés o el alemán.

P.. ¿Qué impresión le produce ver que Tony Blair y José María Aznar firman artículos conjuntos?

R. Ante el refuerzo del eje franco-alemán, al Reino Unido y a España les toca entenderse. Y, en este sentido, yo lo aplaudo. Aznar y Blair, en este artículo, se muestran de acuerdo en la descentralización del Estado. Es muy positivo.

P.. Pues ésa no ha sido la política de los socialistas españoles.

R. Esto no es ni socialista ni conservador. Es geoestrategia, geopolítica.

P. Los socialistas siempre se han sumado al eje franco-alemán.

R. Si, y los británicos siempre han jugado a la suya. Y ahora Aznar ha encontrado la manera de hacer un contrapeso.

P. ¿Por qué dice últimamente que ahora hay que moderar su propuesta federalista?

R. Desde la ruptura de la tregua de ETA, España vive en un estado de ansiedad, en particular los sectores que son víctimas directas. Por eso digo que hay que modular el tono de nuestras propuestas. El tono, no el contenido. Porque, si no, es muy fácil que quienes están en contra de buscar soluciones reales a los problemas de España se impongan en base a las emociones, no al razonamiento. Los que dicen "esto es un barullo", "esto no hay quien lo entienda", "éstos se quieren ir", "en un mundo que va hacia la globalización, el particularismo es un absurdo", etcétera, volverán a esta cantinela. Que es defensiva, lógico, dado lo trágico de la situación. Pero inútil. Nosotros tenemos que señalar un camino para España, que es el camino de la España plural, y hacerlo sin que las emociones lógicas lo enturbien.

P. ¿Cree que habría tenido un mejor resultado en las elecciones catalanas si hubiera estado al frente del PSC como está ahora?

R. No. El congreso ha sido una asunción de los esfuerzos que se hicieron desde el partido y desde su entorno para ganarlas. Lo que ha quedado claro es que hay una fuerza vertebradora del espacio reformista, socialdemócrata, que se llama PSC y se llamará PSC, pero que, por sí sola, no puede hacerlo todo y ha de estar abierta.

P. Pero ahí hay una rectificación. Usted fue a las elecciones dejando al PSC en un segundo o tercer plano de su candidatura, que era muy personalista.

R. Siempre hay rectificaciones. Lo dije en el congreso. Expliqué que probablemente hicimos sufrir a los símbolos y las ideas compartidas durante el paseo por fuera que yo hice para las autonómicas. Pero este paseo teníamos que darlo, porque, si no arriesgábamos, no habríamos tenido ni el buen resultado que obtuvimos.

P. ¿El próximo envite lo enfocará también desde fuera?

R. La gente del partido ha entendido que tocaba dar un paso más, para acabar de ganar. Por eso el congreso ha ido tan bien. Ese paso más tiene dos componentes. Uno, la reafirmación interior, la cohesión, cicatrizar heridas. Dos, abrirse, con una sistema nuevo de convenciones y de organizaciones adheridas o asociadas con las que establecer convenios.

P. ¿Se siente cómodo habiendo quedado el cuarto en la votación del congreso para la dirección del partido?

R. La verdad es que nunca había quedado tan arriba.

P. ¿No fue ese cuarto puesto un castigo por ese paseo por fuera que se dio?

R. En el partido hay figuras cuya función es reafirmar el sentimiento de pertenencia y autoafirmación mientras otros tenemos más bien la obligación de representar las opciones de riesgo, la apertura, el ir más allá. Éstos son los que tienen más votos fuera, en la sociedad. Los otros son los que tienen más votos dentro, en el colectivo. Pero, por una vez, hemos salido todos muy iguales.

P. Hubo un claro castigo para personas políticamente próximas a usted.

R. Me tiene incómodo que haya habido determinadas votaciones sistemáticamente bajas para personas que manifestaron opiniones propias las semanas anteriores al congreso. Da la impresión del retorno a la filosofía de que el que se mueve no sale en la foto. O sale, pero difuminado. Estas personas saben que tienen mi aprecio. Tendrán un papel protagonista.

P. Los seguidores de Raimon Obiols se quejan de que la renovación se ha cebado en ellos.

R. Hay un pase a la retaguardia de muchas personas, 40. Se han ido 40 de 54. Entre ellos hay gente de primerísima categoría política. Espero y confío en que todos entenderán que no es una selección negativa de personas, sino un criterio organizativo, político. Ha sido un movimiento tan amplio que debería consolar a cada uno. Se ha querido una dirección más modesta, con menos tenores por así decir. Pero más operativa, más homogénea, más paritaria. Y, sobre todo, más fácil de dirigir por objetivos. Y, por lo tanto, de ser controlada

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