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La oposición de Zimbabue acusa al Gobierno de fraude, aunque confía en ganar las elecciones

Ramón Lobo

Morgan Tsvangirai no tenía ayer el semblante del político que está convencido de vencer en las elecciones legislativas de Zimbabue de este fin de semana. Serio, sin euforia, el líder del Movimiento para el Cambio Democrático (MDC) denunció, en una rueda de prensa, algunas de las irregularidades que, a su juicio, impiden considerar "libres, justos y honestos" los comicios. "Se está produciendo un fraude en el voto por correo; el Gobierno modifica la ley electoral y perjudica a la oposición y Mugabe ha dado una paga extra a la policía ".

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A pesar de todo, el líder del MDC se mostró esperanzado: "Vamos a ganar con las manos limpias, pues el pueblo no se dejará intimidar". Tsvangirai se queja, además, de que el Ejecutivo no haya hecho aún público el número exacto de colegios electorales ni su ubicación a sólo dos días del primero de las elecciones. Los observadores de la Unión Europea (UE), preocupados por el cariz de las maniobras gubernamentales, manejan una cifra en torno a los 4.000 colegios. "Es una de las claves", sostiene un diplomático occidental, "porque el domingo por la noche pueden empezar a aparecer colegios electorales fantasmas en lugares estratégicos con urnas repletas de votos para el partido de Mugabe". El líder de MDC se negó ayer a especular con un resultado: "No soy adivino y no me agradan las hipótesis", pero dio a entender que consideraría una victoria aceptable la mitad más uno de los 120 escaños en liza. "Con 61 tendríamos una gran fuerza, pero no el poder". El presidente posee el privilegio constitucional de designar a dedo 30 parlamentarios (10 de los cuales son jefes de aldeas o distritos, cuyo nombramiento ha retrasado para asegurar su fidelidad a la hora de recabar votos en su área), que, añadidos a 120, componen los 150 de los que consta la Cámara. Tsvangirai no renuncia a los 76 escaños que dan la mayoría absoluta y afirma que un resultado de sólo 40 diputados "demostraría la existencia de un fraude masivo". Aun en ese caso, dijo que su partido era un movimiento pacífico, que no respondería con violencia, pero también recordó que en toda organización "hay reacciones espontáneas difíciles de controlar".

En caso de victoria aplastante del MDC, Tsvangirai reclama cordura a Mugabe. "Estamos abiertos al diálogo", dijo, dando a entender que aceptarían la fórmula de un Gobierno de coalición. "Si se negara a aceptar el resultado, sería el suicidio; no aprobaríamos ni una sola ley, ni la del Presupuesto". Según la Constitución local, el presidente nombra el Gobierno sin necesidad de tener en cuenta las elecciones. No existe la figura del primer ministro ni del líder de la oposición.

Papel contradictorio

Sobre el papel de la policía, el líder del MDC fue contradictorio; por un lado, dijo: "Es como si un árbitro dejara el silbato y se pusiera a jugar con el equipo contrario". Por otro, se mostró confiado en que este cuerpo de seguridad y el Ejército respeten el resultado si éste fuese adverso a la Unión Nacional Africana de Zimbabue (ZANU-PF), el partido hegemónico de Mugabe.

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La tarea policial es relevante: son los encargados de vigilar las urnas en la noche entre las jornadas electorales y efectuar su transporte a los 120 centros de escrutinio. De las enmiendas introducidas por el Gobierno a última hora destacan dos: los partidos sólo podrán tener un interventor por colegio y ningún observador podrá acompañar el traslado de la urna desde el colegio al centro de escrutinio dentro del furgón policial. "Es complicado que se produzcan alteraciones en ese instante", dice un observador europeo, "las urnas irán precintadas". Pero un miembro del MDC advierte: "En las últimas elecciones, se cambiaron urnas enteras en las comisarías". Otro problema son las distancias. Los observadores locales carecen de medios para seguir el traslado de las urnas y, además, en muchas zonas rurales, donde se juega el resultado de las elecciones, las carreteras están ocupadas por los veteranos, que pueden bloquear el paso a los no deseados.

Tsvangirai denunció también que ninguno de sus 9.000 interventores había recibido aún las acreditaciónes correspondientes. Pero añadió que el MDC está dispuesto a pelear cada escaño y cada voto y llevar todos los casos de irregularidades a los tribunales de justicia.

Por su parte, Johantan Moyo, portavoz y jefe de campaña del ZANU-PF, reiteró su polémica predicción de que el MDC no va a lograr ni un solo escaño "porque se trata de un partido aliado de los blancos y de los colonialistas", término este último reservado al Reino Unido en los últimos meses y ampliado generosamente a Estados Unidos en la fase final de esta campaña electoral.

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