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Daños colaterales JAVIER PÉREZ ROYO

Que el PSOE está mal es algo que salta a la vista. Se podría decir incluso que está peor que mal, ya que es más que probable que dentro de unos meses esté todavía peor de lo que está ahora mismo. Pero esta situación de debilidad del PSOE tan visible no debe hacernos perder de vista que todos los demás partidos (y sindicatos), con la excepción del PP, están todavía peor que el PSOE. Los resultados del 12-M han dejado malparado al PSOE, pero no han dejado mejor parados a los demás. El PSOE arrastra en su caída a todos los demás. Y los arrastra porque en el sistema político español la posición de todos los partidos, sean de ámbito estatal o de nacionalidad/región, (y de los sindicatos), y su capacidad para tener una estrategia propia depende de la resistencia que el PSOE sea capaz de ofrecer a la dominación de la derecha española. Sin el dique de contención que representa el PSOE, todos los demás partidos (y sindicatos) quedan reducidos a una situación de impotencia, independientemente de que no mermen sus apoyos electorales.

Esto es algo que únicamente el PP ha sabido ver. Y ahí radica en buena medida el éxito de su estrategia. El PSOE no lo supo ver en los ochenta, anestesiado por sus éxitos electorales, y cuando lo advirtió en los noventa no estaba ya en condiciones de corregir el curso de los acontecimientos. Los demás, sindicatos y partidos, han participado alegremente en el acoso y derribo del PSOE, pensando que el debilitamiento de éste no les afectaba negativamente e incluso podía fortalecerlos.

Empezaron los sindicatos. La UGT, en primer lugar, con la renuncia al escaño de Nicolás Redondo en 1985. Todos los sindicatos después (con la comprensión benevolente de la patronal) con la huelga general de diciembre de 1988. Continuó IU en la década de los noventa, en especial tras las elecciones de generales de 1993. Y se incorporaron por último, el PNV y CiU tras las elecciones del 1996. Desde mediados de los ochenta la derecha española ha conseguido, directa o indirectamente, que los sindicatos y los demás partidos dispararan o sucesiva o simultáneamente contra el PSOE. Ha tardado más tiempo del que pensaba en conseguir que el dique se rompiera, pero al final lo ha conseguido. El PP no tiene hoy enfrente ningún partido que pueda ofrecer algún tipo de resistencia a su proyecto de dirección política de España.

Y los efectos están empezando a ser sentidos por todos, no solamente por el PSOE. Por los sindicatos, en primer lugar, que se encuentran reducidos a una posición de subalternidad y que son tratados con una condescendencia que resulta hasta un punto humillante. Por Izquierda Unida después, que está siendo tratada con el más absoluto desprecio. Roma no paga traidores. Por el PNV sometido a una agresión implacable desde que se convocaron las elecciones y a una operación de acoso y derribo desde la misma noche del 12- M. Acoso y derribo del nacionalismo vasco, cuyo último (y principal) objetivo es el aislamiento del nacionalismo catalán en el momento en que, además, tendrá que proceder a la sustitución del Jordi Pujol al frente del mismo.

Tras el 12 M, a pesar de su enorme debilidad, el PSOE es el único partido que tiene autonomía para hacer política. Los demás la han perdido. O por impotencia absoluta (IU). O por impotencia relativa (CiU). De la que disfruta el PNV como consecuencia del "Pacto de Lizarra", a la vista está a donde le está conduciendo.

Y las cosas pueden ir a más. Si como es previsible, el PP acaba "La Reconquista" en las próximas elecciones autónomas, el dominio de la derecha puede ser asfixiante. Y el de una derecha con una tradición centralista que viene de lejos. Que no va a modificar el marco constitucional-estatutario, porque ni es posible ni le interesa, pero que puede acabar imponiendo una interpretación política del mismo más en consonancia con lo que ha sido y continúa siendo su interpretación de la historia de España.

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Por eso digo que si para el PSOE las cosas están mal, para los demás están peor. El PSOE, incluso en su debilidad, tiene consistencia suficiente para tener autonomía. Los demás, no. Mientras el PSOE no se recupere, estarán condenados a la subalternidad más absoluta.

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