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El sector de los frutos secos ha perdido el 31% de la renta en dos años

Los agricultores de los frutos secos han perdido desde 1998 un 31% de su renta, incluso contando con las subvenciones europeas aprobadas hace 10 años para hacer competitivas las explotaciones. Sin las ayudas, desde mediados de l la década de los ochenta, cuando el sector gozaba de buena salud, las 198.306 familias españolas dependientes del cultivo de la almendra, la avellana, la nuez o la algarroba habrían encajado una pérdida del 56,6%.Este grado de caída de la renta es lo que temen los agricultores a partir del 7 de mayo, fecha de caducidad de las subvenciones, de cuya renovación Europa no quiere ni oír hablar por el momento. El sindicato agrario Unió de Pagesos, que en Cataluña defiende a los 28.000 productores del sector de los frutos secos, confía en que en junio, durante las negociaciones sobre precios que reunirán a los ministros de Agricultura, se debata su situación. Por ello, hasta entonces las movilizaciones de los agricultores continuarán con fuerza.

El comisario europeo Franz Fischler ha argumentado, a la hora de denegar la prórroga de las subvenciones, que los productores sabían que tenían 10 años para prepararse. El sindicato replica que Europa tiene una producción agraria deficitaria (tan sólo produce el 50% de lo que consume) y que su política de no establecer ninguna protección para los frutos secos en sus fronteras es la que propicia situaciones monopolistas por parte de Turquía (en el caso de la avellana) y Estados Unidos (en el de la almendra), países que controlan ya el 75% de la producción mundial. La competencia es imposible pues, para los cultivadores españoles, italianos, portugueses y griegos, según argumenta el técnico de UP Andreu Ferré.

PASA A LA PÁGINA 11

En 10 años las explotaciones de avellanas se han reducido un 40%

VIENE DE LA PÁGINA 1 Unió de Pagesos (UP) asegura que el sector no se encuentra tan saneado como indica el comisario europeo Fischler y recuerda que precisamente durante los últimos 10 años, y aun contando con las ayudas comunitarias, las explotaciones de avellanas en Cataluña se han reducido un 39,4%; las de almendra, un 17,4%, y las de algarroba, un 10,9%.

El sindicato alega que los agricultores españoles se encuentran en un callejón sin salida, porque tampoco tienen opciones de reconversión o de variación de cultivo, teniendo en cuenta las limitaciones que Europa impuso, además, después de la concesión de las ayudas. Por un lado, la reforma de la Organización Común de Mercados (OCM) establece que no habrá subvenciones para olivos de reciente plantación y, por otro, se prohibe terminantemente plantar viña nueva, para contener los mercados. Tampoco hay ayudas para los herbáceos cultivados con posterioridad a 1991.

El cultivo del olivo o de la viña podría ser alternativo al de la fruta seca, mayoritariamente de secano (sólo un 5% de las 600.000 hectáreas dedicadas a la fruta seca en España son de regadío). Esta situación ha obligado a los payeses a reclamar una ayuda directa desvinculada de la producción y que sea, igualmente, compatible con las leyes de la Organización Mundial del Comercio, "teniendo en cuenta fundamentalmente lo beligerantes que son los Estados Unidos con el proteccionismo europeo", explican.

Concretamente, los productores reclaman la concesión de una ayuda directa a la renta, valorada en 88.750 pesetas por hectárea. No entienden, por ello, que el anterior ministro de Agricultura, Jesús Posada, intentara negociar la continuidad de las actuales ayudas.

Tampoco aceptan la versión de Fischler según la cual mantener las subvenciones obligaría a aumentar los presupuestos comunitarios. Según Unió de Pagesos, para este año hay ya establecida una dotación de 41.730 millones de euros para la agricultura, mientras que las partidas asignadas ascienden a 41.469 millones. Los 300 millones que quedan disponibles son más que suficientes para satisfacer la petición de los agricultores de los frutos secos, que supone cerca de 200 millones. Y teniendo en cuenta que los presupuestos comunitarios aumentan de forma correlativa al incremento de la economía, la subvención a la fruta seca estaría cubierta sin problemas en años sucesivos, afirma Unió de Pagesos.

Abandono de campos

¿Y qué ocurriría sin ayudas? Los sindicalistas están convencidos de que las explotaciones no tienen viabilidad. "Los europeos, que son los primeros consumidores de fruta seca, se verían abocados a aceptar la política comercial de EE UU o Turquía, mientras los productores europeos que viven exclusivamente de estos cultivos, que los hay, deberían abandonar sus explotaciones, con el consiguiente impacto ambiental por el abandono de los campos", indica Farré.

Más dramático, el coordinador nacional del sector de UP, Pere Guinovart, recordaba el inicio del fin de las ayudas en la pasada asamblea de Alcover: "Que sepan los políticos que el próximo 8 de mayo dejan al sector en manos del libre mercado y lo condenan a la pena de muerte". Los números le avalan: las ayudas, en 1998, suponían el 37% de los ingresos. En la tributación por módulos de los payeses, Hacienda recoge como porcentaje de ingresos totales un importe inferior al de las ayudas. Sin éstas, el sector tendrá rendimientos negativos, con gastos superiores a los ingresos.

Los agricultores recuerdan, además, que fueron impelidos a invertir en la avellana por parte de la Administración catalana en los ochenta. Al sentimiento de traición se une el del orgullo: "Queremos vivir dignamente de la fruta seca", exige Guinovart. Y con él, los más de 2.000 productores que el sindicato reúne cada semana en asamblea.

Después de la filoxera

La filoxera fue el principio. La plaga de finales del siglo XIX, proveniente de Francia, obligó a muchos payeses de Tarragona al cambio de cultivos. A arrancar viñas y plantar avellanos. En las dos primeras décadas de siglo las exportaciones agrícolas, pese a que ya se había iniciado el éxodo del campo a la ciudad, continuaban teniendo un papel importante en el desarrollo económico y la competitividad internacional de algunos sectores agrícolas era mayor que la del conjunto de la industria catalana.El valor de las exportaciones agrarias catalanas llegaba a los 321 millones de pesetas, una suma equivalente a la cuarta parte del valor global de la producción. Después del vino y el corcho, los principales productos de la exportación eran almendras, avellanas y aceite. De la magnitud de la importancia del sector queda el dicho Reus-París-Londres. La capital del Baix Camp se había convertido en referencia internacional en el mercado de la fruta seca.

La situación se mantuvo en el tiempo: "Se decía que tener fruta seca era tener dólares", recuerda el coordinador nacional del sector de Unió de Pagesos (UP), Pere Guinovart.

Con la capacidad exportadora del sector catalán, la entrada en la Unión Europea, deficitaria en este producto, sólo podía ser beneficiosa. "Ésa era la lectura lógica de los responsables de agricultura autonómicos que incitaron al cultivo en los años ochenta", asegura el sindicalista, "pero desconocían el mercado".

Nuevamente los payeses plantan más avellanos. La entrada al mercado común representó todo lo contrario. Europa importa avellana de Turquía y almendra de California (EE UU), dos países cuya potencia productiva, aseguran los técnicos de UP, hace que tengan tendencias monopolistas. Guinovart recuerda que, en general, las hectáreas plantadas de almendra no tienen capacidad de reconvertirse a otros cultivos: históricamente los almendros se plantaban en los terrenos más áridos, de secano, y en las cercanías de los bosques.

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