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La escalada de descalificaciones mutuas entre dirigentes agrava la crisis interna del PSOE

La tensión acumulada y la pugna por controlar el proceso que debe llevar hasta el congreso de julio, del que saldrá el nuevo secretario general del PSOE, desataron ayer un cruce de descalificaciones entre dirigentes socialistas, que agravó la crisis provocada por el revés electoral del pasado domingo. Mientras el presidente extremeño, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, acusaba a Joaquín Almunia de haber creado un gran vacío de poder con su dimisión, el ex presidente madrileño y miembro de la ejecutiva saliente, Joaquín Leguina, criticaba al primero por tratar con "desprecio" a la dirección.

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Rodríguez Ibarra, destacado dirigente guerrista, se mostró muy duro en una entrevista que ayer publicaba el diario extremeño Hoy. Sus críticas tenían varias direcciones, pero se centraban especialmente en Joaquín Almunia, el dimitido secretario general.A Ibarra no le ha gustado nada la forma en que Almunia ha dejado su cargo, pues cree que lo que debería haber hecho es anunciar que dimitiría en el próximo congreso de julio y, mientras tanto, "atender sus responsabilidades", para evitar que el partido entre en barrena por carecer de liderazgo, aunque sea interino.

En todo caso, según Ibarra, si lo que quería Almunia era dimitir la misma noche electoral, al menos tendría que haber convocado un congreso extraordinario que resolviera la crisis en un máximo de 40 días, como estipulan los estatutos, para evitar así que se prolongue el periodo de vacío de poder y lucha fratricida que el presidente extremeño augura hasta el congreso de julio.

Ibarra, que ha sido uno de los más críticos con la manera en que se está resolviendo el dramático proceso de cambio de liderazgo y dirección dentro del PSOE, fue contestado muy duramente por Joaquín Leguina, expresidente de la Comunidad de Madrid y miembro de la Comisión Ejecutiva saliente. Le acusó de haber tratado con "desprecio" a la dirección, especialmente por haber anunciado que votaría en contra de que cualquier miembro de la dimitida ejecutiva forme parte de la gestora que dirigirá el partido hasta el congreso de julio. "Yo no me aferro a ningún cargo. Y éste es un mensaje dirigido directamente a Rodríguez Ibarra, que me va a oír en el comité federal", dijo ayer Leguina.

Guerra contra Bono

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Estas críticas se unen a las ya registradas en los días pasados entre otros dirigentes. Las más duras fueron quizás las de Alfonso Guerra, exvicepresidente del Gobierno, contra el presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, por haber mostrado su disposición para liderar el PSOE. Guerra descalificó a Bono como candidato por haber estado "muy comprometido" con la Ejecutiva saliente "en eliminar de las listas a los denominados guerristas". No es más que una muestra de la guerra soterrada, e incluso abierta, entre algunos de los más significados representantes de las familias del PSOE, dispuestos a utilizar la actual crisis para ajustar viajas cuentas pendientes.

El presidente andaluz, Manuel Chaves, se reunirá mañana en Madrid con los 17 líderes regionales del PSOE para intentar frenar esta escalada y llegar a un consenso en torno a la composición de la gestora que dirigirá el PSOE hasta julio. La decisión definitiva se producirá el miércoles, en la reunión del Comité Federal, máximo órgano entre congresos. Los barones están ocupando de esta manera, liderados por Chaves, el vacío de poder que ha dejado la dimisión de Almunia y de toda la Ejecutiva Federal.

Matilde Fernández, exministra de Asuntos Sociales y destacada dirigente guerrista, criticó ayer con dureza la ocupación del poder por parte de los dirigentes regionales. Fernández aseguró que durante años se ha "mandado callar la boca" al partido y que ahora es el momento de que hable éste "y no los gobernantes", en referencia a los barones con más peso, que son los que presiden las comunidades autónomas y, en especial, Chaves (Andalucía), Rodríguez Ibarra (Extremadura) y José Bono (Castilla-La Mancha). Este último es el único que hasta ahora se ha mostrado dispuesto a presentarse como aspirante a la secretaría general del partido.

Frente a Fernández, el exministro de Industria Juan Manuel Eguiagaray, estrecho colaborador de Almunia y responsable de elaborar el programa electoral, apoyó la labor de los barones y dijo que los miembros de la ejecutiva saliente deben "echarse a un lado" y dejarles actuar.

La composición de la propia gestora es motivo de polémica; aunque Chaves, como líder de la federación regional con más peso y debido a su reciente triunfo electoral, es la figura más respetada. Luis Yáñez, mano derecha de José Borrell, apostó porque sea Chaves quien la presida.

Por su parte, Rodríguez Ibarra no descartaba dirigirla, aunque ponía como condición que en la misma estuvieran presentes tanto el ex presidente del Gobierno Felipe González, como Guerra, Bono o Chaves, junto a otros dirigentes que representen "parte de lo nuevo", como el secretario de las Juventudes Socialistas, José Manuel Caballero, o el alcalde de A Coruña, Paco Vázquez.

Ibarra se descarta como futuro líder

El presidente de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, se descarta a sí mismo como candidato para suceder a Joaquín Almunia al frente del PSOE. En la entrevista concedida al diario Hoy de Badajoz, el destacado dirigente guerrista sostiene que está recibiendo presiones de "todos los sectores" para que se postule en el próximo congreso de julio como el posible nuevo secretario general del PSOE, aunque asegura vehemente que resistirá a ellas. El argumento es que tiene un compromiso con Extremadura que no está dispuesto a eludir. La explicación que Ibarra da a las presiones que dice estar sufriendo es que la gente en el partido ve que no está "contaminado" por la gestión de la Ejecutiva saliente. El presidente extremeño eludió "por propia voluntad", según dice, estar en el máximo órgano de gestión del partido, al que ahora todos culpan del reciente desastre electoral.

Además, el líder de los socialistas extremeños asegura tener a su favor el hecho de que se "lleva muy bien" con muchas personas importantes dentro del partido, y no sólo con Alfonso Guerra, líder nunca reconocido de la nunca legitimada corriente a la que pertenece, sino también con el ex presidente Felipe González, con Chaves, Bono, "y prácticamente con todo el mundo".

El único que se ha ofrecido hasta ahora para liderar el partido es Bono. Pero una encuesta realizada por la agencia Efe entre medio centenar de diputados socialistas ofrece cinco nombres, y el dirigente castellano-manchego no está entre ellos. Todos son diputados. Se trata de José Borrell, Ramón Jáuregui, Micaela Navarro, José Luis Rodríguez Zapatero y Manuel Marín. El nombre de Rosa Díez, aunque no aparece en la encuesta, también figura en las quinielas que hacen otros dirigentes socialistas, aunque todos quieren dejar muy claro que el proceso está aún muy verde y que los acontecimientos dentro del partido hasta el congreso de julio pueden precipitarlo todo en uno u otro sentido.

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