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Elecciones 2000

La Moncloa admite malestar por los "desaires" de Pimentel y le reprocha "inmadurez política"

Luis R. Aizpeolea

La Moncloa no oculta su perplejidad y malestar por el comportamiento de Manuel Pimentel. La última secuencia se produjo ayer mismo, con la ausencia del exministro en la toma de posesión de su sucesor, Juan Carlos Aparicio. En el Gobierno se atribuye esta actitud a la "inmadurez política" de Pimentel y a su deseo de situarse cuanto antes fuera de este escenario político, como ya avanzara al renunciar a encabezar la lista del PP por Córdoba. Los populares niegan una crisis y desvían así este inesperado revés hacia la esfera privada del dimisionario y a su pesadumbre por el escándalo de uno de sus colaboradores.

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Aznar volvió ayer a tragarse un sapo cuando supo que Pimentel no había asistido a la toma de posesión de su sucesor, Juan Carlos Aparicio. Era el cuarto revés de una larga secuencia que empezó el 11 de enero cuando Pimentel anunció, por sorpresa, que se retiraba de la vida política para dedicarse a la actividad privada y renunciaba a ser elegido diputado por Córdoba. Pimentel evitó entonces cualquier vinculación entre su retirada de la vida política y la pérdida de su batalla en el Gobierno a favor de la Ley de Extranjería.El segundo mal trago para Aznar fue la decisión unilateral de Pimentel de investigar por su cuenta la denuncia de la Cadena SER sobre el negocio presuntamente fraudulento de su exjefe de Gabinete y director de Migraciones, Juan Aycart. En una entrevista concedida a esta misma cadena la noche del jueves pasado, Pimentel reconoció la existencia de una violación de las incompatibilidades de su colaborador y anunció su destitución fulminante en el Consejo de Ministros del día siguiente. Tampoco había consultado con La Moncloa.

Luego llegaría la dimisión, igualmente por sorpresa, el sábado por la tarde, anunciada en una rueda de prensa y notificada posteriormente, por carta, al presidente del Gobierno. El remate llegaría ayer, con su ausencia en la toma de posesión de Aparicio.

La Moncloa niega, pese a todo, que esta secuencia de "desaires" de Pimentel al Gobierno de Aznar guarde relación con la incomodidad que sentía en el Consejo de Ministros tras anunciar que pensaba abandonar la política -una decisión que sorprendió tanto a sus compañeros de Gabinete como al propio Aznar- o con su defensa de una política social antagónica con la de otros departamentos, como en el tema de la inmigración.

La fulminante dimisión de Pimentel sorprendió a Aznar el sábado en La Moncloa, recién llegado de un mitin celebrado en Logroño. El coordinador de la campaña electoral del PP y compañero de Gabinete, Mariano Rajoy, y el titular de Administraciones Públicas, Ángel Acebes, se enteraron en Ávila, e inicialmente no dieron crédito a lo que le contaban. Acebes había mantenido esa misma semana una reunión con Pimentel, al que acababa de relevar en la coordinación de las actuaciones de la Administración en El Ejido tras los disturbios racistas. Nada sospechaba.

La Moncloa, que no quiere admitir que Pimentel se haya ido del Ejecutivo por no sentirse a gusto con la política de Aznar, atribuye la renuncia exclusivamente a una "manera personal" de asumir las responsabilidades en un asunto de supuesta corrupción que le ha afectado de manera "muy íntima", como ha sido el fraude de confianza de un colaborador directo. Pero en este análisis no faltan reproches. Ahora le achacan "falta de sentido de equipo" y, en definitiva, de "madurez política".

Y es que Aznar, a las puertas del inicio de la campaña electoral, ha ofrecido estos días una imagen de descontrol de la situación, precisamente cuando presumía de controlar el partido y el Gobierno. El mismo domingo, aún sin haber tomado posesión el sucesor de Pimentel, repetía esta idea en Toledo al presumir de que tenía fama de "crear buenos equipos".

También se ha alterado el ritmo de la campaña electoral diseñada por Mariano Rajoy, que pretendía hacer de la estabilidad del Ejecutivo uno de sus principales activos. Pero, además, incomoda que Pimentel ha puesto el listón muy alto en la asunción de responsabilidades políticas y ha dejado en situación delicada a ex compañeros de Gabinete como Josep Piqué y Rafael Arias-Salgado, que no asumieron responsabilidad alguna en las denuncias formuladas contra ellos en relación con sus patrimonios personales.

Otra de las consecuencias de la dimisión es que ha dejado abierta la especulación sobre una posible trama corrupta en Trabajo, como ha sugerido el candidato socialista, Joaquín Almunia.

Frente a todo ello, ayer desde el Gobierno se lanzaban mensajes de tranquilidad y se negaba cualquier tipo de crisis.

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