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Salvadas por las plumas

Quedan apenas unas 150 parejas en todo el mundo. Razón de más para que el águila imperial ibérica sea considerada una de las siete aves de presa más amenazadas del planeta. Por eso cuando la Junta tuvo conocimiento de que había dos ejemplares en el Castillo de las Águilas de Benalmádena (Málaga) saltaron las alarmas. La empresa privada, dedicada a la exhibición de rapaces, intentó evacuar las dudas de los técnicos con documentos que acreditaban que las aves tenían nueve años y habían nacido en un centro de cría en cautividad de Alemania.

Los papeles no hicieron más que alimentar las sospechas. Las águilas no tenían el plumaje típico de los ejemplares adultos. Después de algunas pesquisas, los expertos llegaron a la conclusión que rozaban los tres años y que tenían más pinta de proceder de un nido de Cazorla, que de los fríos bosques germanos. O sea, que se salvaron por las plumas. Y por los pelos.

La orden de decomiso fue inmediata. Las aves fueron intervenidas el miércoles y trasladadas al centro de recuperación de animales silvestres del zoo de Jerez.

La Delegación de Medio Ambiente de la Junta ha abierto una investigación para tratar de descubrir si existe una red de tráfico ilegal de animales en vías de extinción, un negocio que mueve hasta dos billones de pesetas, y si en el local hay más aves protegidas. Además, ha iniciado un expediente contra el propietario por vulnerar la Ley de Especies Naturales Protegidas, infracción que se castiga con multa de 10 a 50 millones por cada ejemplar. Las primeras investigaciones realizadas por Medio Ambiente serán trasladadas a la autoridad judicial para que determine si el empresario cometió un delito contra la protección de la fauna, actividad ilícita para la que se prevén penas de prisión de seis meses a dos años. El juzgado deberá decidir ahora si cierra el establecimiento.

Por pertenecer a una especie amenazada, estas águilas -macho y hembra- no tienen precio, aunque en el mercado se habrían pagado hasta 100 millones de pesetas por cada una. En el centro de Jerez, las rapaces serán sometidas a análisis para determinar con mayor exactitud su procedencia y su edad. Cuando se concluyan las pruebas, serán trasladadas a un centro de la Junta en Jaén, donde se trabaja en la reproducción y cría de águilas y quebrantahuesos.

El director de la estación biológica de Doñana, Miguel Ferrer, explicó que se trata de ejemplares que con toda seguridad fueron cogidos del nido a los pocos días de nacer. "Han estado siempre en cautividad; es difícil que puedan ser puestas en libertad ya que les sería imposible adaptarse", añadió.

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No ha sido el único golpe dado en favor de las especies amenazadas. La Guardia Civil intervino ayer en Aznalcóllar siete aves protegidas y 19 piezas de caza disecadas, en una armería de la localidad sevillana. Su propietario fue puesto a disposición judicial, acusado de un presunto delito contra la fauna.

Los agentes decidieron inspeccionar a fondo el local, después de que el empresario no pudiera acreditar la procedencia de las piezas de caza, que podrían provenir de redes de furtivos. En un frigorífico, los guardias encontraron las aves ya congeladas y listas para ser disecadas. El propietario de la armería carecía además del carné de taxidermista, por lo que el Servicio de Protección de la Naturaleza intervino el instrumental que había en el local.

Las águilas decomisadas en Málaga no podrán volver a la vida silvestre, pero al menos servirán para la reproducción de la especie. Las intervenidas en Sevilla no corrieron la misma suerte.

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