El error
VICENT FRANCH
El error, ahora y aquí tiene nombre. No se trata de un nuevo error, sino del error como sustantivo. Y al final de esta columna espero que no haya sido necesario hacer lo que Ortega dijo del error Berenguer, cuando en un famoso artículo consideró al general de ese nombre que sucedía a Primo de Rivera, el error.
He clamado desde esta columna a favor de lo único que despeja el futuro político del BNV (un éxito electoral), por lo que se ve sin éxito ni críticas. Pero el desenlace final de los acontecimientos corrobora que se ha llegado a lo que de ningún modo convenía a esas siglas: a estar solos frente al peligro. Dije que el BNV debía buscar el acuerdo con EU para Congreso y Senado y apostar fuerte para obtener un diputado en Valencia y asegurarle dos a EU. Concurriendo por separado, como va a ocurrir, dudo mucho que EU obtenga dos en Valencia, o que consiga uno en Alicante. El BNV, y después de la operación impecable del PSOE con su oferta a IU, veo impensable que obtenga un diputado por Valencia; más aún en Castellón y Alicante.
Un pacto con EU y PSOE para el Senado, daba seis senadores al PSOE, dos a EU, y uno al BNV. Expliqué que los de EU se obtenían en Valencia y Alicante, por sus buenos resultados en ambas circunscripciones, y que el del BNV, correspondería a la de Castellón, por ser esta circunscripción la de mejores y reiterados resultados electorales de las tres para los nacionalistas y, en cierto modo, como premio al nacionalismo de las comarcas del norte. Y, finalmente, dije que una Entesa a realizar por los electores era una ingenuidad.
Después de la oferta del PSOE a EU, el conejo más listo sacado de una manga en la política española desde que entre Suárez y Clavero se inventaron el café (autonómico) para todos, el lógico comportamiento de EU, en consonancia con la bien aprendida lección de que en la política si no se busca poder y no se calculan riesgos sin perder de vista ese axioma vale más recoger bártulos y pasarse al refugium peccatorum de las ONG, le llevó directamente y sin dudar a la hipótesis de obtener entre 32 y 35 senadores, comprometerse con el PSOE en un discreto programa de gobierno, quizás tener mejores expectativas para llegar a los 12 o 15 diputados, y, sobre todo, evitarse el trago más que cierto de una débacle electoral que le esperaba el próximo 12 de marzo de no haber movido las fichas con acierto y en unas condiciones no demasiado boyantes.
Así las cosas, que el BNV rechazase irresponsablemente su plaza al Senado por Castellón, e intentase obtener una por Valencia y recibir, finalmente, la opción de Alicante, rechazándola, le ha conducido directamente a la peor de las opciones que tenía ante sí, es decir, la de no obtener nada en limpio en la parrilla de salida en ninguna de las tres circunscripciones valencianas, y, además, acabar apareciendo en el discurso de los coligados como una opción perturbadora para la hipotética y abstracta victoria de las izquierdas. El genio político que maneja los números y el orgullo político del BNV ha llevado a la cofradía directamente a lo único que a mi modesto entender no le convenía al BNV: ir solo a las generales, con la atávica compañía de Verdes y canvistes, que entre los dos, y que me perdone Fuster por el plagio, no alcen un gat (electoral) del rabo. El error es de antología, porque, repito, no es uno más, sino el que se sucede a sí mismo sin solución de continuidad, como una maldición.
