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Putin da por terminada la conquista de Grozni tras la retirada de los guerrilleros

Con una terminología que recordaba al parte con el que Franco anunció el fin de la guerra civil española, el presidente ruso, Vladímir Putin, anunció ayer que la batalla de Grozni había concluido. "El Estado Mayor acaba de informarme", señaló en una entrevista emitida por la primera cadena de la televisión estatal, "de que el último foco de resistencia terrorista, el distrito de Zavodskoi, fue tomado hace algún tiempo. La bandera rusa ha sido izada en uno de los edificios administrativos. Podemos decir que la operación para liberar Grozni ha sido completada".

Aparentemente, es la fase estrictamente militar la que ha concluido, aunque no necesariamente la policial. Todavía el sábado, el vicejefe del Estado Mayor, general Valeri Manílov, cifraba en 1.000 los rebeldes que continuaban en la ciudad, aunque no los consideraba una amenaza seria. Ayer por la mañana, pocas horas antes del anuncio de Putin, la agencia Interfax citaba también a fuentes castrenses que reconocían que había aún algunas bolsas de resistencia, aparentemente de guerrilleros que no habían logrado romper el cerco en los días anteriores. Como ya ocurrió en otras localidades que han caído en manos rusas durante los últimos meses, se desarrolla ahora en la capital chechena una operación de limpieza para detectar a los combatientes que intenten confundirse con las decenas de miles de civiles que aguantaron en la ciudad hasta el último momento, pese a los aterradores bombardeos rusos.

Grozni, que llegó a tener antes de las guerras chechenas más de 400.000 habitantes, es hoy un escenario de pesadilla, un paisaje lunar en el que es difícil encontrar un edificio en pie y cuya reconstrucción costará una fortuna, si es que alguna vez se lleva a cabo. Por el momento no hay dinero para esa tarea, y lo más probable es que la capital administrativa de la república caucásica sea por algún tiempo Gudermés, según informó ayer Nikolái Koshman, virrey ruso para Chechenia.

Los jefes militares chechenos dijeron muchas veces que su objetivo no era defender Grozni a toda costa, sino únicamente hasta que pudieran hacerlo sin pagar un alto precio por ello.

Pero los intentos de presentar su reciente retirada como un simple "repliegue estratégico" y el exiguo parte de bajas que ofrecen chocan frontalmente con la evidencia de que la rotura del cerco de la capital se convirtió en una carnicería espantosa, sobre todo al atravesar un campo de minas. Aunque el general ruso Vladímir Shamánov, jefe del frente Oeste, presuma de haber hecho caer al enemigo en una trampa, no está demostrado que los chechenos fueran conducidos a ese corredor de la muerte tras pagar un peaje a los rusos de 100.000 dólares (unos 17 millones de pesetas).

Superada esa pesadilla, con los boievikí (combatientes chechenos) pisando a veces los cuerpos destrozados de sus compañeros de armas, comenzó la segunda fase de la retirada, la que, de tener éxito, debería concluir con la llegada de la mayor parte de los defensores de Grozni hasta las montañas del sur de Chechenia. [Los independentistas chechenos afirmaron ayer que al menos 3.000 combatientes escapados de Grozni han logrado reunirse en sus bases del sur de la república, informa France Presse. De acuerdo con los rebeldes, sus bajas mortales en la salida de Grozni rondan los 80 hombres y no 1.500 como anunciaron los rusos.]

Contraofensiva

El objetivo es reagrupar fuerzas y preparar una contraofensiva que, en última instancia, les conduzca a la reconquista del terreno perdido. Eso es lo que hicieron en la anterior guerra, desarrollada entre diciembre de 1994 y agosto de 1996 y que concluyó con la vergonzante retirada rusa. No parece que ahora les vaya a ser tan fácil a los independentistas, entre otras razones porque el enemigo es ahora más temible, y la determinación del mando político, férrea. En los alrededores de Grozni, la guerra continúa. Según los rusos, los boievikí caen como moscas y son capturados por centenares, incluso en Katir Yurt, que fue reconquistada el sábado, aparentemente sólo por unas horas. Algunas localidades como Alján Kalá, a la que llegó buena parte de los guerrilleros que rompieron el cerco de Grozni, fueron bombardeadas de forma implacable, y los civiles murieron mezclados con los combatientes, víctimas todos ellos de unos proyectiles que no hacen distingos.

Las primeras bombas cayeron sobre Grozni el 23 de septiembre, y el asalto final se inició la pasada Navidad. Desde el martes, los combatientes estaban abandonando la capital. En estos días, el ambiente entre las tropas rusas en Grozni es de fiesta.

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