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Decenas de enfermos se hacinan en los pasillos del más moderno hospital gallego

Pacientes en sillas de ruedas, entre ellos ancianos, aguardan hasta cuatro días una habitación

Xosé Hermida

Medio año después de su apertura, el Hospital Clínico de Santiago de Compostela ya no da abasto ante una emergencia típica del invierno. La gripe y las dificultades respiratorias que causa el frío a los ancianos han sembrado el caos en las urgencias de este centro público, que fue presentado en su día como "el más moderno del norte de España". Decenas de enfermos se hacinan desde hace tres semanas, en camillas o en sillas de ruedas, en los pasillos del servicio de urgencias. Algunos pasan hasta cuatro días a la espera de una habitación libre. Entre los que ayer aguardaban en esa situación había una mujer con un derrame cerebral y una anciana de 95 años esperando a que le amputasen una pierna.

"Toda la vida trabajando para esto", mascullaba ayer Juan José Riveiro Dieste, uno de los cabecillas de la iniciativa tomada de madrugada por los familiares de 35 enfermos, que enviaron una protesta firmada al presidente de la Xunta, Manuel Fraga. Juan José estaba con su abuela, de 95 años, que padece problemas circulatorios. La anciana, que vive en Boiro (A Coruña), a 45 kilómetros de Santiago, ya acudió al hospital el pasado jueves pero, tras examinarla, la dieron de alta. El lunes empeoró e ingresó en urgencias sobre las 22 horas. Ya no tenía circulación en la pierna y los médicos consideraron inevitable la amputación, un tipo de cirugía que entraña riesgos considerables para una persona de su edad. En esas condiciones, la abuela de Juan José pasó toda la noche en un pasillo de urgencias, rodeada por las camillas de otros enfermos y los familiares que los acompañaban. Gracias a las gestiones de su nieto, le dieron una habitación sobre la una de la tarde.La madre de Juan Carlos Graña Pérez ingresó a las siete de la tarde del lunes con un derrame cerebral. Y también tuvo que quedarse en un pasillo toda la noche, hasta que a las 11 de la mañana de ayer la ingresaron en una sala de monitorización. Otro hombre, que prefirió guardar el anonimato, denunciaba que su suegra, con una trombosis, esperaba desde las 9 de la noche del lunes. "Mi hermana tiene un principio de neumonía y lleva aquí desde el domingo", denunciaba otra mujer.

La situación persiste desde hace tres semanas, cuando empezaron los ingresos masivos, muchos de ellos relacionados con afecciones respiratorias. Desde hace días ya venían sucediéndose las protestas de los familiares de los enfermos, pero la tensión explotó ayer, cuando se batieron todas las marcas: a primera hora de la mañana, había 66 enfermos en urgencias esperando su ingreso en una habitación.

Camillas y sillas

Las camillas y las sillas de ruedas se hacinaban en los pasillos, según pudo comprobar este periódico. Los cubículos de urgencias se habían convertido en habitaciones improvisadas y también estaban atestados, algunos con cuatro enfermos pese a que sólo tienen capacidad para tres. Los acompañantes de algunos pacientes durmieron en el suelo para no separarse de ellos.

En general, los familiares se quejan de que, además de las condiciones de su estancia, la asistencia médica es escasa, aunque exculpan a los facultativos. "El trato del personal es excelente", declaró Juan José Riveiro, "ellos hacen todo lo que pueden, pero no dan abasto. Los propios médicos nos dan la razón y nos dicen que protestemos a la dirección y lo denunciemos a la prensa. En algunos pasillos, las camillas hasta formaron doble fila".

A lo largo del día, según informó la dirección del centro, 88 personas fueron acomodadas en habitaciones y a última hora de la tarde la situación en urgencias era "tranquila".

El Hospital Clínico de Santiago, que tiene 755 camas y costó 14.000 millones de pesetas, fue inaugurado por el presidente de Galicia, Manuel Fraga, del PP, el pasado junio en medio de un gran despliegue publicitario y en plena campaña para las elecciones municipales de junio. El centro se abrió sólo para el acto oficial, ya que no estaba terminado y no acogió enfermos hasta agosto. Sustituye al antiguo Hospital General de Galicia, que va a ser clausurado y con respecto al cual cuenta con un centenar de camas más. El clínico está integrado en un complejo hospitalario que abarca dos centros más, también en Santiago, y atiende a una población de 472.000 personas.

"Esto puede seguir hasta marzo", dice el director

"Así es la vida en los hospitales", se excusa el director gerente del Clínico de Santiago, Manuel Ariza, con una mezcla de naturalidad y resignación. Ariza comprende el enojo de los pacientes, pero se esfuerza en restar dramatismo e importancia a lo ocurrido en los últimos días. Es más, asegura que los servicios de urgencia del hospital "no están colapsados, sólo saturados".

"Cuando ocurre un accidente grave que afecta a mucha gente, nos mostramos comprensivos ante las dificultades de un hospital para atender a todo el mundo", explica Ariza, y añade: "En este caso, yo también pido colaboración y disculpas por las molestias".

Pero los pacientes ya pueden cargarse de comprensión todo lo que les sea posible, porque el propio Ariza reconoce que el problema no se va a resolver de forma inmediata. "Hasta marzo vamos a seguir así, con altibajos según los días", anuncia el director. Para justificarlo, Ariza alega que ésta es "una situación coyuntural que se produce todos los años y en todos los hospitales". Con el clima invernal, las personas de cierta edad que sufren problemas respiratorios o cardiacos suelen resentirse y requerir asistencia médica en el hospital

Ante la situación que se vivía ayer, la gerencia del centro tomó medidas especiales. La mayoría de las altas, que suelen concederse por la tarde, ya que es la hora a la que los familiares de los pacientes pueden acudir a recogerlos, se adelantaron al mediodía. Así, la lista de espera se redujo a la mitad -aproximadamente unos 30 enfermos- a primera hora de la tarde y la situación era "tranquila" al concluir el día, según señaló Ariza.

A pesar del caos de los últimos días, el gerente dice que el hospital nuevo ha permitido mejorar las condiciones de los enfermos en urgencias, que disponen de más espacio y mejores atenciones. También desmiente las denuncias de la junta de personal, que desde hace tiempo reclama que se amplíe la plantilla. El personal es prácticamente el mismo que en el antiguo hospital con la diferencia de que en el Clínico hay más superficie que atender.

"En la función pública", concluye el gerente, "los recursos deben estar ajustados a las necesidades, porque es el propio contribuyente el que no acepta el despilfarro. Yo no puedo complacer a los que siempre piden 'dame más', porque a continuación seguirían pidiendo y serían ustedes, los contribuyentes, quienes lo pagarían".

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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