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Crisis de Estado

Austria está ante una crisis de Estado. Pero era previsible. (...) Los principales jefes de Estado y de Gobierno de Europa han expresado su opinión, que va desde el rechazo tajante hasta la preocupación, frente a la posibilidad de que la ÖVP integre por primera vez en un Gobierno a la FPÖ de Haider como partido de extrema derecha, incorporándola con ello en los órganos rectores de la Unión Europea.En estas circunstancias se presenta Wolfgang Schüssel, ministro austriaco de Relaciones Exteriores, y promete que él garantizará que "Austria siga siendo un país proeuropeo y con el que saber a qué atenerse", pero al mismo tiempo rehúye dar una garantía de que su nuevo socio de Gobierno, la FPÖ, y su líder, Haider, no deriven hacia una política inaceptable para Europa. Y tampoco puede hacerlo, porque Schüssel no puede civilizar a la FPÖ si ésta no quiere: sólo puede civilizarse ella misma, y no está claro que desee hacerlo. (...)

El propio Haider y todos los que son capaces de imaginárselo como canciller de Austria tienen que plantearse una cosa: si la reacción contra Haider en Europa ya es ahora tan virulenta, ¿serán distintas las cosas dentro de dos, cuatro, seis años, cuando logre el poder completo?

Sin embargo, no podemos pasar por alto la realidad: la coalición ÖVP-FPÖ parece prácticamente inevitable, porque aparte de convocar nuevas elecciones no queda más alternativa. Estamos ante una situación que podríamos llamar "Waldheim al cuadrado" y de la que no parece haber ninguna salida aceptable.

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Hans Rauscher

Viena, 1 de febrero

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