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FÚTBOL 18ªjornada de liga

El Rayo Vallecano paga ante el Oviedo su falta de pegada

El Rayo Vallecano, un equipo que ha hecho de la eficacia su seña de identidad esta temporada, pagó con una derrota inexplicable su falta de pegada en el Carlos Tartiere. Los de Juande dominaron tres cuartas partes del encuentro, pero los goles fueron del Oviedo, al principio y al final. Los de Luis Aragonés estuvieron muertos en el segundo tiempo, pero resistieron milagrosamente en pie hasta alcanzar tres puntos fundamentales.El partido estuvo condicionado por un terreno infame. No es extraño que los jugadores procurasen mantener el balón por el aire el mayor tiempo posible. Claro que, incluso en eso, también hay clases. Para peloteros como Luis Cembranos o Pompei sólo es un recurso para casos de fuerza mayor. La mayoría se encontró a gusto con ese guión y la pelota viajó durante el primer tiempo de un lado a otro, casi siempre descontrolada.

Normalmente, cuando se juega al pelotazo, los beneficiados son los defensas. Ayer, sin embargo, hubo un montón de errores en las dos áreas. El primero, de los centrales del Rayo, permitió a Dely Valdés poner a Losada mano a mano con Keller, al que batió con un toque suave. El Oviedo, que también suele acumular defensas en la frontal del área, concedió después dos oportunidades increiblemente falladas por Ferrón, ciego ante Esteban.

Ni siquiera el gol, literalmente llovido del cielo, sacó al Oviedo de su mediocre condición. El Rayo tampoco pareció estar para muchas fiestas, pero ahora mismo tiene dos virtudes impagables para los modestos: tranquilidad y confianza. Apoyado en tres futbolistas sobrados -Hernández atrás, Pablo Sanz en el eje y Cembranos en el enganche- el Rayo fue llevando el partido a su terreno, o mejor dicho al del Oviedo. Antes, empezar con ventaja en el Tartiere era garantía de éxito para los locales, pero ahora la necesidad aprieta y el equipo se hace de mantequilla.

Juande dio una vuelta de tuerca con la entrada de Michel y el Rayo monopolizó el uso del balón, que pasó a ser un enemigo para el Oviedo. La superioridad rayista fue tal que la gente abroncó a sus jugadores. Pero la defensa mejoró, el Rayo remató poco y mal y, de postre, Iván Iglesias aumentó un resultado que no tuvo nada que ver con lo ocurrido en el campo.

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