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El obispo Uriarte trasladó la última carta del Gobierno a ETA

Mayor Oreja le considera dispuesto a seguir con su labor mediadora

El obispo de Zamora, Juan María Uriarte, continúa realizando su tarea de intermediación en las comunicaciones entre el Gobierno y ETA, según lo vino a sugerir ayer el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja.Al término de un acto de su partido en la localidad alavesa de Laguardia, y en una conversación informal con algunos periodistas, el ministro desveló que fue Uriarte quien trasladó hace sólo unos días la carta con la que el Gobierno ha contestado a la enviada por la banda terrorista a finales de octubre nombrando nuevos interlocutores.

El ministro aludió al interés por "magnificar" los efectos de la detención de Belén González Peñalva por la policía francesa y responsabilizar de ellos al Gobierno y mostró una seguridad total en la disposición del obispo a continuar ejerciendo las tareas que ha venido desempeñando.

El diario El Mundo informó ayer, citando fuentes del entorno de Uriarte, que el obispo de Zamora habría abandonado su labor de mediación al albergar la sospecha de que ha sido vigilado durante sus gestiones.

Mayor Oreja reiteró que el Gobierno no tuvo ninguna participación en la detención de Peñalva y su chófer, y puso por testigos de su desconocimiento de la operación policial francesa, y del modo en que recibió la noticia, a los dirigentes socialistas vascos Nicolás Redondo y Jesús Eguiguren, ya que se encontraba reunido con ellos cuando el secretario de Estado para la Seguridad, Ricardó Martí Fluxá, le informó de dos detenciones en Francia, inicialmente sin la precisión de los nombres, aseguró.

Durante su discurso a los militantes, apoderados e interventores electorales del PP que acudieron al acto, el ministro había calificado ya de "historieta" y "película policíaca" el intento de atribuir una significación política a la detención de Peñalva y culpó a los nacionalistas de estar recurriendo "a todo" - incluida la mentira y la deformación sobre la tregua de ETA y sobre el riesgo de su reaparición, dijo- para no reconocer el fracaso del Pacto de Lizarra.

Tormenta política

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Belén González Peñalva fue detenida en Pau (Francia) en compañía de Cipriano Fernández un día después de que ETA hiciera saber que había nombrado nuevos interlocutores para su relación con el Gobierno y, por tanto, relevado de esas fucniones tanto a Peñalva como a Mikel Albisu, Antza, los dos etarras que se vieron con los representantes del Gobierno en Suiza en mayo. Esa detención provocó una tormenta política en la que los nacionalistas vascos y el gobierno autónomo de Juan José Ibarretxe insistieron en señalar los riesgos que entraña para el proceso abierto tras la tregua de ETA detener a quienes la banda designa como sus interlocutores.

Expertos franceses en la lucha contra ETA sostuvieron que se trató de una detención casual, motivada por la falta de la viñeta de la revisión técnica del vehículo, aunque señalaron que las actividades de la detenida no se correspondían "con el comportamiento que cabe exigir a quien participa en unas conversaciones de paz", y subrayaron que Francia no puede permitir que el terrorismo etarra se reorganice tranquilamente en su suelo.

El ministro del Interior acudió a Laguardia (Álava) para un acto con apoderados e interventores electorales del PP, a los que animó a seguir siéndolo, sin dejarse intimidar por la decisión de HB, que atribuyó a ETA, de propugnar la abstención en las elecciones. Mayor Oreja aludió varias veces a Ermua, llamó al Gobierno vasco "titiritero del frente nacionalista", y definió así el comunicado en que ETA anunció su tregua: no fue una declaración de paz, ni el inicio de un proceso hacia ella, sino el comienzo de "la ofensiva nacionalista más grande desde que nació Sabino Arana".

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