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Entrevista:

LEONIDAS KAVAKOS VIOLINISTA "Un buen instrumento es una inspiración real y una ayuda increíble"

Maribel Marín Yarza

La juventud no está reñida con la profesionalidad ni con el virtuosismo. Al menos eso atestigua el currículo de Leonidas Kavakos (Atenas, 1969), un violinista que a los 22 años ganó el premio Deutsche Gramophone Concerto of de year y a los treinta actúa como solista con formaciones como la Sinfónica de Chicago o la Filarmónica de Londres. El músico, quien considera que el intérprete debe "estar al servicio de la partitura", participa estos días en el nuevo programa de la Orquesta Sinfónica de Euskadi que le lleva mañana a Irún, el viernes a Vitoria y el sábado a Bilbao.Kavakos abordará el Concierto para violín y orquesta de Jean Sibelius, "una obra imprescindible de este siglo" que el compositor finlandés escribió como respuesta a su vocación frustrada de convertirse en violinista. El músico griego ofrece un añadido al atractivo de esta pieza, denostada por su propio autor, porque se sitúa en el escenario con el Falmouth Stradivarius de 1692 que suele acompañarle. No es excentricismo, sino la certeza de que un buen instrumento sirve de aliciente al músico. "Un gran instrumento siempre ayuda para tratar de desenmascarar los secretos del sonido; es una ayuda increíble", afirma.

Para este virtuoso del violín el sonido "es algo muy místico, como un laberinto que te puede llevar a distintos sitios". Kavakos tiene en su repertorio a compositores como Brahms, Mozart o Beethoven, pero también incluye en menor medida piezas de autores contemporáneos. "Soy extremadamente crítico con los compositores actuales", afirma; "sólo toco las obras cuando me gustan, porque estoy a favor de la música de nuestro tiempo, pero no de cualquier tipo". Intepreta a Schnitke, Dutilleux y Lutoslawsky y, aunque no lo reconoce abiertamente, del hecho de que su repertorio mire más al pasado que al presente se deduce que encuentra más virtuosismo en las piezas de antaño.

En todo caso, el violinista guía las interpretaciones de unos y otros por los mismos parámetros. Por encima de todo "hay que estar al servicio de la partitura del compositor", mantenerse fiel al espíritu que propició su creación. Sólo después adapta sus propias ideas. "Hay que tratar de ser uno mismo, sin perturbar la obra del autor, tratar de encontrar ese difícil equilibrio", dice.

Él habla con la seguridad de quien se sabe ganador en esa batalla. Kavakos, comenzó a tocar el violín con tan sólo cinco años. Hoy, un cuarto de siglo después, trata de cuadrar una complicada agenda de actuaciones con orquestas de todo el mundo. El calendario le acerca estos días al País Vasco; luego le llevará a Alemania a Inglaterra y de gira por Japón. Comenzará el año interpretando por primera vez el concierto de Hindemith, "otro de los grandes compositores de este siglo", a su juicio "poco valorado".

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