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Reportaje:

Peces acorralados

Un silencioso proceso de extinción se vive, desde hace años, en ríos y otras zonas húmedas de Andalucía. Mientras la mayoría de los ecologistas y los científicos centran su atención en vistosas aves o llamativos mamíferos, bajo el agua, en un territorio oculto a la vista, un buen número de peces autóctonos pugnan por sobrevivir frente a numerosas agresiones. Algunos han perdido ya esta batalla. Especies migradoras que abundaban en cauces de la región, como sabogas, sábalos, lampreas o esturiones, han dejado de pertenecer a la ictiofauna andaluza, o sólo mantienen poblaciones ridículas, condenadas a la desaparición. Este es parte del triste balance que expone Carlos Fernández Delgado, profesor del Departamento de Biología Animal de la Facultad de Ciencias de Córdoba y responsable del grupo de ictiología Aphanius. "Al margen de lo que ya se ha perdido", explica, "existe un peligro inminente de desaparición de muchas de nuestras especies piscícolas, en parte porque nuestros ríos ya no funcionan siguiendo el ciclo mediterráneo". Los pantanos han modificado este ciclo natural, haciendo que el periodo seco se convierta en húmedo, gracias a los desembalses, y en las temporadas de lluvia se le roben recursos a los cauces, un modelo "al que nuestros peces no están adaptados evolutivamente". A este fenómeno vienen a sumarse la contaminación de las aguas, la construcción de barreras insalvables para este tipo de animales, o la introducción de variedades exóticas que terminan por invadir los espacios que antes ocupaban las especies autóctonas. Los calandinos, las bogas, los cachos o las pardillas "están en franco declive", advierte Fernández Delgado. "De no poner remedio inmediato, pronto será necesario desarrollar proyectos de recuperación si no queremos que terminen por desaparecer", afirma. El fartet (Lebias ibera) es el primer pez que en Andalucía se podrá beneficiar de uno de estos planes de recuperación. Después de cuatro años de investigaciones, financiadas por la Consejería de Medio Ambiente, el equipo que dirige este biólogo cordobés ha determinado con precisión el estado en que se encuentran las poblaciones de esta especie y qué medidas deberían adoptarse para evitar su desaparición. Con un tamaño que oscila entre los tres y los cinco centímetros, el fartet es un pez muy vistoso. Los machos presentan franjas azules y rojizas a lo largo del cuerpo y en la cola, mientras que en las hembras predominan los tonos pardos oscuros, con bandas punteadas en negro. Distribuido a lo largo de las zonas húmedas del litoral mediterráneo y atlántico, lo mismo habita en aguas moderadamente salinas, como los estuarios de algunos ríos, que en zonas de alta salinidad. Cataluña, Valencia, Murcia y Andalucía son los últimos refugios mundiales de esta especie, que ya en 1986 fue incluida en la Lista Roja de los Vertebrados Españoles. Casi 700 puntos de la geografía regional han sido examinados por estos científicos en busca del fartet, lo que les ha obligado a recorrer más de 30.000 kilómetros. A pesar del intensivo rastreo sólo se han localizado nueve poblaciones, una en la zona mediterránea y ocho en la atlántica. "Dos, o quizá tres, de estas poblaciones", lamenta Fernández Delgado, "se encuentran en un estado de conservación pésimo, por lo que podrían llegar a desaparecer en los próximos años". El trabajo de los biólogos ha servido, además, para comprobar el estado en que se encuentra la ictiofauna que ocupa los pequeños cursos de agua que salpican el litoral andaluz. En la mayoría de los casos han anotado un alarmante nivel de degradación, no sólo por la destrucción directa de estos hábitats, sino por la acumulación de contaminantes y la proliferación de especies exóticas, como gambusias y fúndulos, que se reproducen y extienden a gran velocidad arrasando las poblaciones de peces autóctonos. Quizá lo más llamativo de este trabajo de investigación haya sido el descubrimiento de una nueva especie que hasta ahora no había sido descrita para la ciencia. El fartet que habita en la zona atlántica andaluza presenta importantes diferencias genéticas y morfológicas con el que se encuentra en el área mediterránea, hasta el punto de que han terminado por considerarse especies distintas. El fartet atlántico sería, por tanto, exclusivo de Andalucía, y, entre otras zonas, se le puede encontrar, bien representado, en algunos arroyos de las localidades sevillanas de Lebrija, El Cuervo, Espera y Las Cabezas de San Juan. El plan de recuperación concluye con una serie de recomendaciones encaminadas a garantizar la supervivencia de la especie. Además de profundizar en el conocimiento de su ciclo de vida, los biólogos proponen el establecimiento de programas de educación ambiental en las zonas en las que habita, control de las intervenciones humanas en las distintas poblaciones y ensayo de métodos que permitan la cría en cautividad y posterior reintroducción en el medio natural.

Comentarios y sugerencias a propósito de Crónica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es

Invasión en Doñana

La situación de la fauna piscícola que puebla el Parque Nacional de Doñana es, a juicio de Carlos Fernández Delgado, una buena muestra de la grave situación por la que atraviesa este grupo animal en todas las aguas continentales de la región. Aún tratándose de un espacio sometido al más elevado grado de protección y vigilancia, "las especies más abundantes son la carpa, procedente del sudeste asiático, la gambusia, el fúndulo y el black-bass, estas tres últimas originarias de norteamérica". Las aguas del parque han sido literalmente invadidas por animales exóticos, que están causando graves alteraciones en estos ecosistemas, A pesar de todo, una reducida población de fartet resistió en la laguna del Hondón, en el interior del parque nacional. Para protegerse de sus competidores foráneos, algunos de estos peces llegaron al extremo de colonizar las pequeñas depresiones originadas por el pisoteo del ganado. Aún así, la intensa sequía de 1994 colocó a este núcleo al borde de la extinción por lo que los técnicos del parque decidieron rescatar el mayor número de ejemplares posible y conducirlos a los acuarios del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre. En total se capturaron algo menos de 300 individuos que, con el paso de los años, se han multiplicado hasta superar los 5.000. Hoy viven en una laguna artificial situada en el exterior de la zona de oficinas del parque nacional.

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