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Otra cita inquietante con Greenspan

Las bolsas esperan con ansiedad la decisión de la Reserva Federal sobre tipos de interés

Los mercados financieros de todo el mundo llevan casi dos meses pendientes de una fecha, la del próximo martes, 24 de agosto, para que los inversores puedan tomar decisiones. Ese día, la Reserva Federal de Estados Unidos, el banco central, decidirá qué hace con los tipos de interés para tratar de que una serie de variables económicas funcionen sin interferir entre sí.La importancia de esa decisión es mayor para aquellos ámbitos en los que el dinero se maneja más, ya que en definitiva lo que va a decidir la Reserva Federal, o su presidente, Alan Greenspan, es el precio al que se va a prestar el dinero en Estados Unidos, pero en última instancia todo funciona con dinero, de ahí que esa decisión interese y preocupe a todo el mundo.

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Inflación financiera

Los analistas llevan varias semanas poniendo bajo la lupa todos los datos económicos que se publican, para deducir de ellos lo que pueda hacer el omnipotente Alan Greenspan, un hombre que suele ser muy escueto en sus explicaciones, a veces críptico, y al que parece gustarle sorprender a los mercados. Lo que buscan los analistas en esos datos son síntomas de inflación, es decir, de influencia sobre los precios al consumo.

La última decisión de la Reserva Federal (Fed) fue la de cambiar el sesgo de su política monetaria a neutral, en una coyuntura de presiones inflacionistas contenidas en el corto plazo, aunque con algunos riesgos, debidos a la creación de empleo y a su encarecimiento. Esto significa que la Fed bajaba la guardia desde su última actuación, el pasado 30 de junio, aunque advertía de la presencia de problemas por la creación de empleo y su repercusión sobre el consumo.

Arte antes que ciencia

La economía, en manos de Alan Greenspan, es un arte antes que una ciencia, como ha demostrado con sus últimas decisiones. Para comprender mejor la situación actual hay que estudiar las jugadas anteriores, como si de una partida de ajedrez se tratara. Alan Greenspan bajó los tipos de interés tres cuartos de punto a finales del pasado ejercicio para adelantarse a la amenaza de una crisis de liquidez y al posible empeoramiento de la situación económica que podría derivarse de la crisis financiera y económica internacional.La inestabilidad de Japón, Rusia y Brasil amenazaba con extenderse a los mercados occidentales y hubo que tomar decisiones drásticas.

La situación era grave, y en apenas un mes el dinero bajó de precio 0,75 puntos, hasta el 4,75%. La economía estadounidense pasó por la crisis internacional sin apenas problemas y los mercados financieros siguieron funcionando con normalidad.

El éxito fue completo, pero la permanencia del precio del dinero en niveles bajos durante todos estos meses ha permitido un funcionamiento muy rápido de la economía estadounidense y de la bolsa, hasta el punto de generar tensiones inflacionistas que en estos momentos son la causa del temor a una subida de los tipos de interés.

En las últimas semanas ha crecido la polémica sobre la influencia directa de la subida de la bolsa sobre el consumo y la inflación y, de hecho, el nivel de las cotizaciones ha sido uno de los temas constantes en las comparecencias de Alan Greenspan desde aquella referencia a la "exuberancia irracional" de los mercados. El pasado día 30 de junio, Alan Greenspan decidió una subida "preventiva" de los tipos de interés hasta el 5%, es decir, de un cuarto de punto, que sirvió para frenar la euforia de los mercados financieros, más por el temor a que la medida fuera insuficiente y la siguieran otras -cosa que se espera ahora- que al significado real de la subida.

Una de las frases hechas que circulan por los mercados financieros alude a la ineficacia de un ajuste de un cuarto de punto como medida con efectividad económica real. Para que ésta tenga una repercusión inmediata ha de ser al menos de medio punto, pero Alan Greenspan no parece querer dar la sensación de que va corriendo detrás de la economía, sino de que se anticipa a sus movimientos. El carácter preventivo de la subida más reciente tenía como objetivo sondear a los mercados y, de paso, ver qué efecto tenía sobre el consumo. Con la respuesta en la mano, el próximo martes la Reserva Federal anunciará su decisión a los mercados y éstos reaccionarán con alivio o pesar, según la medida que se adopte.

El consenso apunta hacia otra subida de 0,25 puntos o a la ausencia de ajustes, aunque la mayoría de los datos publicados indican la presencia de tensiones inflacionistas. El IPC del mes de julio creció el 0,3% en Estados Unidos, después de dos meses de estabilidad, y la tasa interanual, de los últimos 12 meses, se sitúa en el 2,1%. El dato no es preocupante en sí mismo, pero hay que recordar el carácter preventivo del último ajuste al alza y que los tipos de interés todavía se encuentran en la zona de "actuación de urgencia" que motivó la crisis internacional.

Para los mercados financieros un dinero más caro supone un descenso inmediato en su disponibilidad de liquidez, por el precio y, también, porque la subida de los tipos de interés paga mejor al ahorro, es decir, a la renta fija. En estos dos meses la bolsa apenas se ha movido, aunque a mediados de julio el Dow Jones alcanzaba niveles máximos con 11.209 puntos, al finalizar este mes había caído el 5% desde ese nivel y en los últimos días casi lo ha vuelto a recuperar. Entre todos esos datos se ha producido el temor, casi la evidencia, de una subida de tipos y el posterior convencimiento de que no sería así.

Para los ciudadanos normales, un dinero más caro significa créditos a un tipo de interés más alto, menos consumo y menos puestos de trabajo, es decir, menor presión sobre los precios de consumo.

El modelo ideal

El modelo ideal sería, pues, aquel que ofrece un crecimiento económico exento de presiones inflacionistas y que, además, genere empleo, con lo que empresarios, inversores y trabajadores estarían satisfechos. La clave para llegar a esa situación parece estar en el manejo adecuado de los tipos de interés, aunque esa es una lectura demasiado simple del funcionamiento económico. Greenspan tiene por delante la difícil tarea de ajustar los tipos de interés para que la economía estadounidense funcione como un reloj, pero lo cierto es que las recientes tensiones inflacionistas se han debido casi exclusivamente a la subida del precio del petróleo y ésta estuvo motivada por la decisión de los países miembros de la OPEP de reducir la producción para estabilizar los precios en torno a los niveles actuales, 21 dólares por barril.

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