_
_
_
_
_
NUEVA CRISIS EN RUSIA

Otro espía gobierna Rusia

El KGB, lejos de haber muerto, sigue desempeñando un papel fundamental en Rusia. Para demostrarlo, basta nombrar a los últimos tres primeros ministros, todos los cuales han dirigido alguno de los organismos herederos de ese terrorífico monstruo represivo. Yevgueni Primakov fue jefe del Servicio de Espionaje Exterior; Serguéi Stepashin encabezó el Servicio Federal de Seguridad (SFS), que heredó las funciones de policía política del KGB, y Vladímir Putin, el flamante jefe de Gobierno, comenzó a trabajar como agente secreto en la época soviética y llegó a ser director del SFS. "Yo confío en él", dijo, entre otras cosas, el presidente Borís Yeltsin al presentar por televisión a quien había elegido como su sucesor. Pues bien, Yeltsin tiene todos los motivos del mundo para confiar en Putin, que es un incondicional suyo. Con Putin a la cabeza del país, Yeltsin puede estar seguro de que ni él ni su familia serán perseguidos una vez que el próximo año abandone el Kremlin. Con ningún otro candidato, Yeltsin tiene esa seguridad, lo que explica que vea como un rival indeseable al alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, que ha sido su fiel aliado en los momentos más críticos.Putin es un oficial de los servicios secretos rusos que, después de trabajar en Alemania, regresó a San Petersburgo, su ciudad natal, para comenzar una brillante carrera política. En 1990, Anatoli Sobchak, una de las figuras más prominentes de la perestroika de Mijaíl Gorbachov, ya convertido en alcalde de San Petersburgo, le nombra asesor. En sus años estudiantiles, Putin había sido discípulo de Sobchak en la Facultad de Derecho de la Universidad de Leningrado (ahora San Petersburgo). En esos años de trabajo en la alcaldía, Putin conoce a Anatoli Chubáis, futura figura clave de las reformas económicas rusas.

Más información
Yeltsin nombra a su sucesor en el Kremlin
No habrá estado de excepción
El "halcón" que no quiso hacer el juego al presidente

La gestión de Putin en San Petersburgo fue positiva: supervisó la creación de la Bolsa local y, utilizando los contactos hechos en su época de espía, contribuyó a que una serie de importantes firmas alemanas hicieran inversiones en la antigua capital imperial.

A partir de 1993, Putin comenzó a reemplazar, cada vez con mayor frecuencia, a Sobchak cuando éste viajaba al extranjero, y al año siguiente fue nombrado primer vicealcalde. Fue en esa época cuando Yeltsin, según propia confesión, se fijó en él. En vísperas de los comicios parlamentarios de 1995, Putin, considerado la eminencia gris de San Petersburgo, dirigió a orillas del Nevá la campaña electoral de Nuestra Casa es Rusia, el movimiento formado por el Kremlin y encabezado por el entonces primer ministro Víktor Chernomirdin. También dirigió la campaña a la reelección de Sobchak, pero, después de la derrota de este último, dimitió y se mudó a Moscú, donde empezó a trabajar en la Administración presidencial.

A los pocos meses, Putin ya era vicejefe de la Administración y jefe de la Dirección de Control del presidente ruso, y en mayo de 1998 fue nombrado primer vicejefe de la Administración de Yeltsin. Dos meses después, pasa a ocupar el puesto de director del Servicio Federal de Seguridad (SFS), regresando así al organismo -el KGB- donde había comenzado su carrera profesional. A fines de marzo pasado, se convierte en secretario del Consejo de Seguridad, conservando su cargo de jefe del SFS.

Putin ha prometido continuar la política de Stepashin, de quien es amigo. Ambos provienen de San Petersburgo y ambos comenzaron su carrera política en esa ciudad junto a los reformistas. "Nuestros padres sobrevivieron al bloqueo de Leningrado . Eso hace que tengamos raíces comunes", dijo Putin sobre su antecesor, al que dice tener en gran estima como persona y como profesional.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Como todo espía de carrera, Putin no gustaba de dar entrevistas ni de mostrarse demasiado en público, por lo que es poco lo que se sabe sobre él. Casado, con dos hijos, es un deportista consumado: aficionado a diversas modalidades de lucha, cada mañana dedica un mínimo de 45 minutos a correr y hacer gimnasia. Nadie duda de que es un servidor leal: cuando Sobchak se vio acusado de abusos financieros y de poder, Putin lo apoyó, defendió y en gran medida hizo posible su retorno desde Francia, donde el exalcalde había huido por temor a ser detenido.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_