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Una inmensa plaga de langostas invade las principales ciudades de Kazajistán

El calor provoca el "suicidio" de ocho ballenas blancas en el mar de Barents

Su nombre científico es Calliptamus italicus. Su nombre vulgar es langosta. "Como plaga de langosta" es una expresión que ha hecho fortuna para referirse a una calamidad incontrolable. Y eso es, casi literalmente, lo que está sucediendo en la república ex soviética de Kazajistán, en la vecina Uzbeskistán (también en Asia Central) y en varias regiones rusas vecinas. Los insectos han invadido ya las ciudades, entre ellas Astana, la nueva capital kazaja, y se amontonan en sus calles, cubren edificios y se meten en los radiadores de los coches para aprovechar el calor.

Las langostas, que huyen de los hombres pero se ceban en los cultivos, han llegado también a Almaty, la antigua capital, con más de un millón de habitantes. No suponen, de momento, ningún peligro para la salud humana, pero sí afectan gravemente a la economía. Según el Ministerio de Agricultura kazajo, las langostas, de unos cinco centímetros de largo, devastan ya ocho millones de hectáreas de cultivo, incluyendo 600.000 en las cercanías de la frontera con Rusia.El viento y el calor marchan hacia el norte y las langostas se dejan llevar en la misma dirección, hacia Siberia, donde ya están afectadas más de un millón de hectáreas, por ejemplo en las regiones de Altai, Omsk, Bashkiria, Buriatia y Novosibirsk Algunos expertos rusos consideran que el origen de la plaga está en el abandono de campos de cultivo en Kazajstán, donde la crisis económica es más grave aún que en Rusia. Por una parte, los insectos encontraron un terreno ideal para reproducirse; por otra, nadie se preocupó de impedirlo utilizando insecticidas en el momento adecuado.

Todavía no es demasiado tarde. Pero la tarea es complicada. Primero, por el precio. Según el semanario Novedades de Moscú, un litro de insecticida, que permite limpiar unas 3 hectáreas, cuesta entre 8 y 24 dólares (entre 1.200 y 3.600 pesetas).

Además, sólo se puede utilizar por debajo de los 25 grados, temperaturas que, con la actual ola de calor, se alcanzan únicamente por la noche.

Los exterminadores suelen localizar los focos durante el día y esperan para atacar a que llegue la oscuridad y baje el termómetro. Con mucha frecuencia, la presa ha volado ya para entonces. Si los insectos no son liquidados a finales de mes, se corre el peligro de que las hembras maduren y produzcan hasta 100 larvas cada una.

El bochornoso verano, el más caluroso de los últimos 120 años, está resultando especialmente catastrófico en los países de la antigua URSS. Para colmo, una misteriosa enfermedad hemorrágica -probablemente la fiebre congocrimeana - se ha cobrado ya ocho vidas en el sur (aunque parece ya controlada), y un brote de encefalitis, provocado por picaduras de garrapatas, ha causado ya seis muertes.

El calor resulta insoportable incluso para las ballenas blancas del océano Ártico. Ocho de ellas no han podido con las temperaturas excepcionalmente cálidas que se registran estos días en el mar de Barents y se han dejado llevar hacia la costa, donde han muerto.

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