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La ejecutiva número uno de América

"El hecho de que yo sea una mujer puede resultar interesante, pero la verdad es que no es el asunto central de esta historia". A Carleton Fiorina -Carly para subordinados y amigos- no le gusta nada que se resalte la condición femenina al hablar de su meteórica carrera en el mundo empresarial. ¿Por qué? Porque en su sector, el de las telecomunicaciones, "no hay nada en absoluto que tenga que ver con discriminación sexual", positiva o negativa. "La demanda de expertos, ingenieros y programadores es 14 veces más grande que en el resto del mercado laboral, con lo que la discriminación positiva por razón de sexo es un lujo que las empresas no pueden darse".Carly dirá lo que quiera, pero en Estados Unidos se habla de ella no sólo porque es una excepcional ejecutiva, sino porque es mujer. Y, a sus 44 años, es la primera mujer que se pone al frente de una de las 30 compañías cuya cotización en el mercado de valores puntúa en el índice Dow Jones de la Bolsa de Nueva York. Hewlett-Packard, la empresa de ordenadores que acaba de nombrar a Fiorina consejera delegada, es la compañía más importante de Silicon Valley -vanguardia de la tecnología de informática y telecomunicaciones- y la segunda en todo el mundo en fabricación de ordenadores. En el conjunto de las 500 primeras empresas estadounidenses -en las que sólo hay tres dirigidas por mujeres- ocupa el puesto decimotercero en cuanto a ingresos. El peso total de la compañía, que tiene 123.000 empleados, se valora en 47.000 millones de dólares (7,5 billones de pesetas). Wall Street recibió bien la noticia del nombramiento y Hewlett-Packard ganó tres dólares (480 pesetas) por acción.

Carly Fiorina, hija de un juez y una pintora abstracta, nació en Tejas en 1954. Sus primeros estudios se orientaron hacia la historia medieval y la filosofía, una excelente plataforma para abordar después maestrías en administración de empresas (Universidad pública de Maryland) y ciencias (Instituto Tecnológico de Massachusetts). Empezó ganándose la vida como profesora de inglés en Italia, pasó al servicio de ventas de AT&T y se quedó 20 años en el sector de las telecomunicaciones, el de crecimiento más rápido y mejores perspectivas de futuro en EE UU. Desde hace dos años presidía Lucent"s Global Service, una empresa nacida de AT&T.

Fiorina no es, por tanto, una desconocida en los negocios. El año pasado fue elegida como la mujer más poderosa en el mundo empresarial de EE UU por la revista Fortune. La dirección de Hewlett-Packard lo sabía, y por eso Lew Paltt, hasta ahora consejero delegado y futuro presidente, presentó así la operación el pasado lunes: "Carly es, simplemente, la mejor persona posible para conducirnos al siglo XXI". La elección, en un momento complicado en el sector de los ordenadores, por la saturación y la guerra de precios, parece muy adecuada. En Carly Fiorina coinciden un excelente conocimiento de las telecomunicaciones, experiencia en ventas y práctica en fusiones y segregaciones empresariales. "Creo que mi nombramiento confirma el hecho de que las industrias de la informática y las comunicaciones están situándose muy rápidamente en planos paralelos", señaló Fiorina, que manifestó su intención de que Hewlett-Packard juegue un papel líder en la segunda fase de Internet y agregó que cree que hay que imprimir un sentido de urgencia al desarrollo de las nuevas tecnologías: "La era de Internet implica que hay que avanzar a velocidad de Internet, con un ritmo diferente al actual y con un mayor sentido de lo urgente". En la conferencia de prensa en la que se anunció su nombramiento, insistió una y otra vez en que se le hicieran preguntas profesionales y no relacionadas con su condición de mujer. Carly Fiorina es, además, extremadamente discreta con sus asuntos. Se ha negado a revelar su sueldo y el número de acciones que la compañía le ha transferido. De su vida privada se conoce poco. Está casada con un ejecutivo retirado de AT&T que tenía dos hijas de un anterior matrimonio. Le gusta correr, la jardinería y los animales. Y, a pesar de que las estadísticas son aún muy desalentadoras por lo que se refiere al número de mujeres en puestos de responsabilidad, no le gusta nada que le hablen de límites y techos.

En unas recientes declaraciones al Newark Star-Ledger dijo: "Si la gente se autoconvence de que tiene limitaciones por su sexo, raza o procedencia, más sufrirá las limitaciones. He llegado a un punto en mi vida en el que creo que es abismal la diferencia que produce una actitud positiva frente a una actitud negativa".

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