_
_
_
_
_
Reportaje:

Compuestas y sin baile

Se quedaron compuestas y sin baile. No faltó ningún detalle: medias, malla, falda con vuelo, tacones, pelo recogido, maquillaje y ganas, muchas ganas. Alumnas del Conservatorio de Danza de Almería y otras escuelas municipales de flamenco de la provincia se congregaron a las puertas del Pabellón de Deportes de El Ejido, a 30 kilómetros de la capital, para asistir a una clase magistral impartida por la bailaora Sara Baras, que actuaba esa misma noche en el municipio. La iniciativa, nacida del propio Ayuntamiento de El Ejido, que estos días celebra la XXII edición de su Festival de Teatro, llevaba meses estudiada y planificada. Las previsiones se desbordaron con más de 40 solicitudes. Finalmente 27 alumnas, de entre 12 y 24 años, esperaban el jueves impaciente la cita y los consejos de su ídolo. "Lo que más me impresiona es que esté Sara corrigiéndote, ¿te imaginas?", comentaba una de las chicas, lejos de intuir que la clase soñada quedaría, finalmente, anulada. El reloj marcaba las cinco de la tarde, hora prevista para el inicio de la gran experiencia, pero los organizadores informaron del retraso inesperado de la bailaora. "Sara se va a retrasar un poco. Os vais a ir cambiando de ropa", informó uno de los técnicos del festival. En un santiamén, las 26 chicas y el único chico del grupo estaban pertrechados. "La mujer se puede escudar en el vestuario. Pero el hombre está al aire y encontrar un tío que baile bien cuesta trabajo. Por eso, cuando lo encuentras, hay que subirlo", razonaba el alumno, de 25 años y profesor de la Escuela Municipal de Baile de Pechina, que justificaba así la fama de Cortés y Canales. Los comentarios entre bastidores se sucedían entre los participantes con taconeos y palmeos de fondo, más de nervios que de precalentamiento. "Es que Sara es muy completa", matizó una estudiante matriculada en sexto de danza española, "es un ejemplo a seguir porque tiene muchísima fuerza en los pies y luego de cintura para arriba baila muchísimo. Y eso es muy difícil, porque la que es buena en una cosa le falla la otra". El tiempo transcurría y la Baras no llegaba. A las ocho de la tarde, cuando sólo faltaban dos horas para el comienzo del espectáculo de la artista, Sueños, las esperanzas comenzaron a flaquear. La teórica hora de práctica con la estrella fue rebajándose en la mente del privilegiado grupo. "Con estar ya aquí nos conformamos. Si son sólo son diez minutos de clase, pues diez minutos. Me conformo con llevarme un poquito de experiencia y un aporte de currículum. Y si puedo robarle algún pasito...", comentó Ingrid, que se había desplazado desde Granada para asistir al evento. "Estoy aquí por una sorpresa de mi novio. Él fue quien vio el recorte en la prensa anunciando esto y rápido lo gestionó todo desde Granada". Se hicieron las nueve y cuarto de la noche y la Baras, al fin, llegó. Bajó del coche y, tras ser recibida por los organizadores de su espectáculo en El Ejido, entró en el polideportivo, donde la esperaban medios de comunicación que le dirigieron varias preguntas: "¿Ha cambiado mucho la Sara del año pasado a la de éste? ¿Podrías resumirnos qué veremos en Sueños?". Después de atender a la prensa llegó el esperado encuentro. Las alumnas de pie, en semicírculo frente a Baras, que entraba al aforo mientras decía: "Lo siento muchísimo. No va a poder ser esta vez. ¿Nos hacemos unas fotos?" Autógrafos y flashes se prolongaron durante 15 minutos con sus fans, que hubieron de conformarse con eso y con el espectáculo que comenzó minutos más tarde. Baras triunfó aquella noche. El Ejido se puso en pie y ella se sintió a gusto sobre el escenario.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_