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La mortalidad por infarto ha descendido más de un 20% en diez años, según la OMS

Los avances en los tratamientos sólo explican una tercera parte de la reducción

Milagros Pérez Oliva

La mortalidad por enfermedad cardiovascular en personas menores de 64 años está descendiendo de forma sostenida a razón de aproximadamente un 2% anual, según datos del estudio internacional MONICA, promovido por la OMS, que se ofrecen en la última edición de la revista The Lancet. El estudio muestra que persisten grandes diferencias en la incidencia de infartos y que España sigue figurando entre los países que registran una menor mortalidad. Sólo una tercera parte de la reducción es atribuible a la mejora de los tratamientos.

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El proyecto MONICA (Monitoring Trends and Determinants in Cardiovascular Disease) es el mayor estudio epidemiológico realizado sobre enfermedades cardiovasculares. Se inició bajo los auspicios de la OMS a principios de los años ochenta y desde entonces ha analizado la incidencia de infarto de miocardio en una población total de 7,2 millones de personas pertenecientes a 37 zonas de 21 países distintos. El estudio ha permitido hacer un seguimiento de 166.000 casos de infarto en hombres y mujeres de edades comprendidas entre 35 y 64 años.Los últimos datos recogidos muestran que en los últimos diez años se ha producido un descenso medio en la mortalidad por infarto de un 2,7% anual en el caso de los hombres y de un 2,1% en el de las mujeres, lo cual significa que en la última década el descenso se sitúa globalmente entre un 20% y un 30%, aunque con incidencia desigual según las zonas.

Los últimos datos obtenidos permiten concluir, según indica Josep Alpert, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Arizona, uno de los responsables del estudio, que "la caída de la mortalidad parece ser el resultado de un descenso en el número de ataques cardiacos más que de una reducción de la fatalidad de esos ataques". Algunos especialistas atribuían el descenso en la mortalidad, que comenzó a observarse primero en Estados Unidos y luego en Europa y otros lugares, a las mejoras introducidas en los tratamientos postinfarto.

Ahora, Alpert y otros expertos consideran que el descenso de la mortalidad se debe más a la prevención de la enfermedad coronaria que a una mejora de la supervivencia una vez producido el ataque, aunque también en este aspecto se ha avanzado y, por lo tanto, también ha contribuido a reducir las muertes.

Los autores estiman que dos tercios del descenso en la mortalidad se debe a la reducción del número de infartos, y un tercio, a las mejoras introducidas en los tratamientos postinfarto. Lo cual indica que las políticas de reducción del riesgo, como el control de la hipertensión arterial o la reducción de los niveles de colesteraol, están dando resultados a largo plazo muy esperanzadores.

Joseph Alpert destaca el caso de Estados Unidos, donde descenso ha sido más espectacular -un 50% en apenas una década- y considera que en este caso se debe tanto a la reducción de riesgos primarios y secundarios como a una evidente mejora en la atanción a los enfermos en el momento del infarto. Éste es un aspecto en el que no se ha avanzado de forma homogénea. En España, diferentes estudios han demostrado que la atención a los pacientes en las primeras horas después del infarto sigue siendo deficiente en amplias zonas del país. La supervivencia tras un infarto depende mucho del tipo de atención que reciben los pacientes en las seis primeras horas tras el infarto.

Alpert señala que los ataques coronarios siguen siendo cuatro veces más frecuentes en hombres que en mujeres, "pero cuando en un país la mortalidad es alta en los hombres, también lo es en las mujeres". Las diferencias en la mortalidad siguen siendo importantes. Mientras en China se producen 80 casos de infarto cada 100.000 habitantes y en España menos de 200, el registro de Glasgow en el Reino Unido, contabiliza 777, y Filandia, cerca de 1.000.

Pero no sólo entre países hay diferencias, sino también dentro del mismo país, como demuestra la llamada paradoja francesa, en la que el norte del país presenta tasas de mortalidad tan altas como Bélgica, mientras que en el sur la tasa se acerca más a la de Cataluña, que, con ciertas áreas de Japón y Tokio, tienen la mortalidad por infarto más baja del mundo. La tendencia a la disminución es general en todos los continentes, salvo pequeños incrementos observados en algunos países del Este de Europa y Asia. Rusia es uno de los lugares donde la tendencia se invierte claramente y en lugar de disminuir, la tasa de infartos aumenta a un ritmo del 2% anual.

No se sabe por qué razón el descenso es desigual en zonas relativamente homogéneas. Así, en el este de Finlandia la mortalidad entre los hombres ha bajado un 6% en los últimos diez años, mientras en el norte de Francia, con incidencia similar, ha descendido apenas un 1%.

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