_
_
_
_
_
GUERRA EN YUGOSLAVIA Cumbre de Washington

La Alianza se convertirá en gendarme mundial

Los 19 se adaptan a un mundo sin guerra fría, pero lleno de amenazas regionales

La OTAN se ha preparado en Washington para entrar en el sigloXXI. La organización que durante 50 años ha garantizado la seguridad de sus socios y aliados le ha dado la vuelta al calcetín. Ha dejado de ser sólo una alianza militar defensiva para convertirse en el gendarme del mundo, una definición de la que los aliados huyen como el gato del agua escaldada. La Alianza, que durante medio siglo ganó todas las batallas sin hacer la guerra, quiere ahora imponer la paz.

Esto es lo que le ha llevado en Kosovo, paradójicamente, a su primer ataque a un país soberano. Es el riesgo que corre al asumir su nuevo papel, el de una organización que tiene, además del defensivo, un carácter ofensivo. No porque tenga voluntad de expandir su territorio, sino porque ha ampliado su ámbito de actuación. La antigua regla de oro, defenderse de una agresión de países terceros, se ve complementada con una nueva: actuar allí donde sea necesario para preservar los valores morales que representa. Sin desbordar, eso sí, las fronteras de los 19 aliados y de los países de la Asociación para la Paz, bautizada ahora como Consejo de Asociación Euroatlántico. Eso incluye el territorio de Rusia. Para lograr ese objetivo, los aliados han acordado actualizar lo que en la jerga se denomina el Concepto Estratégico, el manual de instrucciones, el modo de empleo del Tratado de Washington.

El cambio decidido en la capital estadounidense no es radical, en apariencia. Se trata tan sólo de una adaptación del Concepto Estratégico que rige desde 1991. En el nuevo manual se mantienen tres de las cuatro misiones principales hasta ahora en vigor: favorecer un marco de seguridad estable en Europa, servir a los aliados como foro de consulta transatlántica sobre todos los asuntos que afectan a sus intereses vitales y, sobre todo, ejercer una función de disuasión contra cualquier amenaza que afecte al territorio de un miembro de la OTAN y garantizar la defensa en caso de agresión.

La cuarta misión de la Alianza era hasta ahora "preservar un equilibrio estratégico en Europa". Era la manera de referirse a mantener el equilibrio entre la Europa occidental y la Europa oriental, representada ésta por la Unión Soviética y los países satélites. Pero ése es precisamente el escenario que ha cambiado en el mundo, y que ha obligado a la OTAN a replantearse gran parte del sentido de su existencia. Cuando se firmó el anterior Concepto Estratégico en Roma, el 8 de noviembre de 1991, aún existía la Unión Soviética. Hoy, tres países del Pacto de Varsovia (la República Checa, Polonia y Hungría) son socios de pleno derecho de la Alianza Atlántica, y las amenazas de estabilidad en Europa no han venido de Moscú, sino de la guerra de Bosnia y de la crisis de Kosovo.

El reto de la OTAN

El reto aliado es ahora combatir nuevas amenazas, como el terrorismo, las armas de destrucción masiva o los conflictos regionales provocados por enfrentamientos étnicos o religiosos. Lo que han hecho los aliados en Washington ha sido acomodar su código para hacer más fáciles intervenciones como las realizadas en Bosnia y Kosovo. La OTAN intervino en Bosnia bajo mandato del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, cumpliendo así la norma que ella misma se impuso en diciembre de 1994 en Bruselas, cuando empezó a ampliar su campo de actuación. Pero el corsé del Consejo de Seguridad no gusta a Estados Unidos, que ha logrado que, en ausencia de mandato concreto, baste que el objetivo perseguido se ajuste a la Carta de las Naciones Unidas. El matiz, de gran importancia jurídica y política, tiene como objetivo evitar que el veto de Rusia o de China impida o retrase en el futuro una actuación armada de la OTAN. En la crisis de Kosovo, por ejemplo, la evidencia de que Rusia vetaría cualquier resolución del Consejo de Seguridad en favor de un ataque a Serbia ha obligado a los aliados a agotar todas las posibilidades de solución negociada no sólo para evitar el ataque, sino para legitimarlo ante la opinión pública internacional.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

La nueva OTAN tiene vocación viajera. Estados Unidos quería carta blanca para actuar en todo el mundo, con el argumento de que los nuevos peligros -y en particular el terrorismo y las armas de destrucción masiva, las armas químicas y bacteriológicas- pueden requerir intervenciones en zonas muy alejadas del campo de actuación tradicional de la OTAN. Pero ahí los entusiasmos del resto de socios son mucho más tibios. Alemania y Francia no han ocultado su temor a que la Alianza acabe convirtiéndose en el brazo armado de Estados Unidos en su papel de gendarme mundial y les imponga su política en territorios donde los enfoques son muy diferentes, como Oriente Próximo. Y se resisten a ofrecer el paraguas transatlántico a incursiones como las realizadas por Estados Unidos en Libia, en Irak, en Afganistán y en Sudán. Por eso, el campo de actuación natural seguirá ceñido a Europa, aunque es una Europa que llega a las puertas de Asia.

Para cumplir esos nuevos objetivos, la OTAN tiene que reorganizar sus Fuerzas Armadas. La reforma de la estructura militar culminada hace unos meses debe cristalizar el 1 de septiembre. Pero debe complementarse con la creación de fuerzas de intervención ágiles. Las tropas de la OTAN deben prepararse para cumplir cuatro condiciones: capacidad, desplegabilidad, movilidad y sostenibilidad. Y deben ser interoperativas con los sistemas nacionales de cada socio. La nueva OTAN quiere llegar pronto adonde le parezca necesario.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_