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El BCE insiste en la necesidad de flexibilizar el mercado laboral

El Banco Central Europeo (BCE) hizo público ayer el primer informe anual de la institución, aunque los mensajes contenidos en él son conocidos. El BCE insiste en la necesidad de que los países emprendan reformas estructurales. Entre ellas, reclama una mayor flexibilización del mercado laboral. La autoridad monetaria insta a los Estados europeos a que saneen las cuentas públicas "para hacer frente a los desafíos a largo plazo relacionados con el envejecimiento de la población".

El informe del BCE, que hace un balance del ejercicio económico correspondiente al año pasado y a algunos acontecimientos acaecidos en el primer trimestre de este ejercicio, señala que el crecimiento del producto interior bruto (PIB) de la Unión Europea en 1998 fue del 3%, contra el 2,5% del ejercicio precedente, y advierte de posibles tensiones inflacionistas en la zona euro, ligadas a la evolución de ciertas materias primas, especialmente el petróleo. Por ello, recuerda que el objetivo para el conjunto del año es del 2%. A lo largo del documento, el Banco Central Europeo recalca que la entrada en vigor del euro ha sido un éxito, pero manifiesta que el objetivo "debería ser ahora consolidar las bases de un euro estable, creando con ello las condiciones necesarias, aunque no suficientes, para la recuperación del crecimiento de la producción y el empleo".

Para alcanzar esos objetivos, el BCE, al igual que en su día defendiera el Banco de España, insiste en que los Estados han de acometer con urgencia reformas estructurales. Y la prioritaria afecta al mercado de trabajo.

El presidente del BCE, Wim Duisenberg, escribe en el prólogo de la publicación que "las rigideces estructurales se relacionan especialmente con los mercados de trabajo europeos, cuyo comportamiento resulta insatisfactorio, como pone de manifiesto el lento proceso de creación de empleo y la disminución sumamente gradual del desempleo". Por ello, propone contratos laborales más flexibles.

El BCE también reitera su llamamiento a los Estados miembros de la Unión Europea para que vigilen sus cuentas públicas.

"La confianza ha de apoyarse en la obtención, lo antes posible, de unas situaciones presupuestarias cercanas al equilibrio o que alcancen el superávit", señala Duisenberg, quien también advierte de que ese control presupuestario "es necesario para hacer frente a los desafíos a largo plazo relacionados con el envejecimiento de la población".

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