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España rechaza de plano la última propuesta alemana

, ENVIADO ESPECIAL

El presidente del Gobierno, José María Aznar, arrojó ayer noche en Berlín un jarro de agua fría sobre el optimismo que miembros de su propio Gobierno habían expresado sobre el probable resultado del Consejo Europeo Extraordinario que debe aprobar en la capital alemana el presupuesto de la Unión Europea (UE) para el periodo 2000-2006. "Difícil" fue la palabra escogida por Aznar para definir la situación en que se encuentran las negociaciones tras hacerse pública la última propuesta de la presidencia alemana, que para el presidente del Gobierno español es manifiestamente "mejorable". La propuesta alemana mantiene abiertas, venticuatro horas antes de iniciarse oficialmente el debate, todas las incógnitas de cómo se va a financiar la UE en los próximos seis años.

Aznar expresó su pesimismo tras reunirse con los líderes del Partido Popular Europeo (PPE)que agrupa a los partidos conservadores y democristianos del continente. La amenaza inminente de un ataque militar de la OTAN en Kosovo añadía una cierta nota de dramatismo a la situación. "Un posible ataque de la OTAN en Kosovo, la dimisión de la Comisión y el estado de las negociaciones sobre la Agenda 2000 no es el mejor escenario posible" para la cumbre que comienza hoy, señaló Aznar, que se mostró reacio a hacer más declaraciones.

Mientras Aznar despachaba con sus colegas del PPE sobre la Agenda 2000 y la sustitución de la Comisión Europea, el canciller alemán Gerhard Schröder, el presidente de la República francesa, Jacques Chirac y el primer ministro británico, Tony Blair cenaban juntos para analizar la delicada situación internacional en que comenzará hoy la cumbre de Berlín

El pesimismo de Aznar sobre el estado de las negociaciones de la Agenda 2000 contrastaba con el optimismo de altos cargos del ministerio de Asuntos Exteriores, incluido su ministro Abel Matutes, que expresaron horas antes su confianza en que en Berlín se alcanzaría un acuerdo y que éste sería beneficioso para España.

Una posible explicación de esta aparente contradicción es que el presidente prefiere pintar el panorama con tonos oscuros para que un posible, incluso necesario, acuerdo, brille luego con mayor esplendor. La propia crisis institucional que atraviesa la Unión Europea, con la dimisión de la Comisión en bloque, obliga a la presidencia alemana a buscar un acuerdo equilibrado en la Cumbre de Berlín a riesgo, en caso contrario, de ahondar aún más la crisis.

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Incluso, la elección del próximo presidente de la Comisión, a la que aspira el exprimer ministro italiano Romano Prodi, no está descartada en esta cumbre de Berlín, aunque el Gobierno español prefiere que aquí sólo se adopte la decisión de "cómo, cuándo y en qué circunstancias" debe ser elegido el nuevo presidente.

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