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Una antológica muestra la ironía de los dibujos de Antton Olariaga

Maribel Marín Yarza

Antton Olariaga (Usurbil, 1946) ha sabido utilizar como nadie el lápiz al servicio de la ironía, la imagen ácida para sugerir un comentario, para provocar una sonrisa. El centro cultural Koldo Mitxelena reúne desde ayer lo más representativo de los trabajos realizados por el artista a lo largo de 22 años. La visita a la Ganbara supone un encuentro del espectador con personajes de tiras cómicas con los que ha convivido y supone la mejor justificación del premio Anton Abbadia que ganó el año pasado.

La muestra, que permanecerá abierta al público hasta el próximo 11 de abril, sintetiza la extensa obra que ha regalado Olariaga a lectores de periódicos y otros públicos a lo largo de más de dos décadas. En la entrada, el artista saluda al espectador con un gran dibujo que ha realizado para la ocasión, la radiografía de una mosca que invita a continuar el recorrido. La primera aproximación permite observar una cama, apoyada sobre la pared, que sirve de soporte a tiras cómicas que han salido de las manos hábiles de Olariaga: el primer cómic de la serie del personaje Zakilixut, que tanto eco ha tenido en la cultura vasca, junto a otras posteriores. No desentonan, a pesar de la clara evolución de los dibujos, del paso del blanco y negro al color. Figuran otros personajes como Alukiss frente a tres pizarras que recogen trabajos relativos al euskera. La exposición, que recorrerá diversas localidades del País Vasco, no se limita a recoger la obra ácida del artista. Presenta también su importante trabajo de ilustración, que tiene garantizada su supervivencia en las portadas de libros infantiles, en carteles que anuncian la llegada del Festival de Jazz donostiarra, o los diseños que hoy hacen reconocible las publicaciones de Alberdania. Se recoge también el primer logotipo que Olariaga realizó para los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco y cuadernos de bocetos, que sirven de útiles de trabajo al artista. Llama la atención una careta del actor Humphrey Bogart, el eterno fumador, que acompaña al artista a diario. Antton Olariaga, galardonado con el premio Anton Abbadia 1998 por su trayectoria, comenzó a dibujar en el periódico Las Provincias de Valencia y la revista Cuadernos para el Diálogo, mientras estudiaba Bellas Artes. El artista euskaldún ofreció su trabajo a Zeruko Argia, que comenzó a publicar artículos en euskera ilustrados con dibujos y comentarios gráficos. De sus manos surgieron innumerables personajes anónimos y otros con nombre propio, como la feminista Marizikin, el pintor de grafittis Hormasprayko o el preconsejero enmascarado Mozorrozko, que forman parte de la historia de la ilustración vasca. Olariaga siempre ha buscado el humor en la actualidad, como forma de provocar una sonrisa al espectador y de garantizar su carrera. "Me he exigido divertirme con mi trabajo; si no, lo hubiera dejado", dijo ayer.

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