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Odio al nuevo milenio

(...) Una de las ironías del mundo de los negocios es que los estudiosos del mercado —que cobran por destacar y singularizar sus productos— se muevan como un rebaño. No importa que la fiebre de fin de siglo carezca de otro fundamento que el de una peculiaridad del calendario; no importa que el consumidor muestre ya claros síntomas de cansancio. (.. A pesar de la saturación del nuevo milenio como reclamo, la publicidad no se resiste a asociar sus productos con el próximo cambio en el calendario. Tan sólo en los dos primeros meses de 1999, las referencias al 2000 han brotado en todo tipo de anuncios. (...)

Lo que hace del nuevo milenio algo todavía más insufrible que ninguna otra novedad es que cualquier creativo de publicidad puede recurrir a él. A diferencia de los Juegos Olímpicos (...), en los que la utilización del símbolo oficial cuesta dinero, el 2000 está al alcance de todos, sean grandes o minúsculas empresas. (...)

Pero los adoradores del milenio se enfrentan a algunos riesgos. El de la saturación es el más obvio de todos, pero no el único. Ahí está el temido efecto 2000. Si se presentaran problemas informáticos serios en ese año, las campañas publicitarias en cuestión no dejarían de parecer estúpidas. (...) Y aún puede ser peor para los consumidores bombardeados con el nuevo milenio: la vorágine no terminará con la Nochevieja del próximo año, pues muchas empresas se están apuntando a la teoría de que el segundo milenio no empieza hasta el año 2001.

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13 de febrero

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