Sobre la enseñanza de la historia
Deseo aportar algo sobre la sensata carta de Marc Esquiva sobre la enseñanza de la historia. Después de muchos años de docencia, y sin criticar a nadie, sólo diré que en mis cursos siempre hemos llegado hasta la historia contemporánea. Eso sí, a base de un gran esfuerzo por mi parte y también de mis alumnos. Porque los programas han sido desorbitados. Desde luego, siempre he logrado explicar la transición, y algunos años, incluso, detenerme en un análisis -apasionante- del 23-F.Yo no "dictaba apuntes": explicaba a mis chicas y chicos los "porqués" (las causas profundas) de los hechos que -con forzosa sequedad- desarrollan los libros de texto. Suscitando siempre diálogo, en cuanto el tema era comprendido. De modo que las clases se convertían en un continuo reto a su curiosidad, así como a su capacidad de análisis y de reflexión.
Comprobaban, al cabo, "de dónde vienen los problemas actuales, la sociedad que padecemos, los usos, costumbres, avances, mejoras y retrocesos de nuestro presente. Todo ello nos ha sido preparado por la historia (para bien y para mal). De este modo, una materia que suele ser tenida por "cosa pasada" (= inútil) se convierte en clave para comprender a fondo cómo somos y por qué hemos llegado hasta aquí.
No caeré en la petulancia -que nadie creería- de afirmar que quienes fueron mis alumnos hoy "sepan historia". Eso es lo de menos. Pero me consta que no se aburrieron en clase -algo es algo- y que de ellas obtuvieron la convicción de que la historia es una cadena viviente que se continúa en ellos y por ellos. Con lo cual seguro que podrían -si quisiesen- enfrentarse a la vida con un talante más consciente y pisar en ella con otra seguridad. Esto sí que es importante.-