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Entrevista:

"Caigo simpático porque no mando"

Miquel Alberola

Esteban González Secretario de Política Autonómica del PP y portavoz del Grupo Popular del Senado Fue senador con 28 años (ahora tiene 34) y ha desarrollado en la Cámara Alta una relación de entendimiento con los senadores de CiU y el PNV, lo que le sitúa en ventaja ante el nuevo reto de portavoz del Grupo Popular y en el diseño de la política autonómica que le ha encomendado José María Aznar. Considera que los valencianos empiezan a llegar a sitios que hasta ahora sólo llegaban los catalanes y se perfila como una de las estrellas populares con más brillo para el siglo XXI.Pregunta. Está encantado con su nueva situación, supongo. Respuesta. Estoy por un lado muy contento y por otro lado expectante ante la responsabilidad que me ha sido atribuida. P. ¿Le ha sorprendido que recayese en usted tanta responsabilidad? R. No me ha sorprendido que recaiga en un miembro del PP de la Comunidad Valenciana, pero sí me ha sorprendido que recaiga sobre mí. Que los valencianos íbamos a ocupar puestos decisivos en este congreso era algo que se podía intuir, pero no que yo iba a ocupar esos cargos. P. Si en vez de Valencia, hubiese sido usted de Castellón... R. Según el presidente del Gobierno, sería perfecto. Creo que se refería a que Castellón es su segunda tierra, porque es donde veranea, y si además de todo yo hubiese sido de allí, seríamos paisanos. P. Si le pregunto si sus nombramientos son cosa de Madrid o de Zaplana, me dirá que de Zaplana, claro. R. Le diré la verdad. Se los debo a José María Aznar e, inmediatamente, a Zaplana. Si Zaplana no hubiese apostado por mí, nunca me habría nombrado Aznar. P. El hecho de que la pasada legislatura fuera el senador más joven de España, ¿era un augurio del futuro refulgente que le espera? R. No lo creo. Ser senador tan joven más bien me parece una anormalidad del sistema. En España, debido a la dictadura, hemos quemado generaciones de políticos demasiado deprisa, y esto ha provocado que mucha gente llegara demasiado joven a puestos de responsabilidad. Nunca debí ser senador tan joven, pero el vacío generacional provocado en el centroderecha español durante los ochenta facilitó que una generación educada en la democracia se hiciera cargo de puestos muy importantes. P. Usted está de paso por el Senado. R. No, estar en el Senado es una función bastante interesante como para no hacer otra cosa mientras se está en política. Mi especialidad profesional es el Derecho Constitucional, y participar en una Cámara que todavía está terminando de construirse para mí es un reto lo suficientemente atractivo como para estar mucho tiempo aquí. P. ¿No ha dejado de ser una sala de reestreno? R. Tiene mucho de sala de reestreno y, también, de estreno de nuevos directores de arte y ensayo y de cortos. Aquí hay mucho político que está entrando en una nueva fase de su vida política: o que han pasado por puestos de más responsabilidad o que empiezan. P. ¿De dónde surge Esteban González? R. De Valencia, de la facultad de Derecho. Luego me marché de profesor titular interino de Derecho Constitucional a Burgos. Volví a Valencia para preparar la oposición de letrado de las Cortes Generales y de Cortes Valencianas, mientras actuaba de asesor del Grupo Popular de las Cortes Valencianas, y el azar me colocó en una lista al Senado y salí elegido. P. ¿Cómo se preocupó por la política? R. Siempre lo estuve. El hecho de que me dedicara al Derecho Constitucional no es casual. A las personas que les gusta la política no hay un momento en el que, de repente, descubren su vocación, sino que de pequeños pugnan por ser delegados en clase o por ser los que llevan la comisión de fiestas en el colegio. P. ¿Había caldo de cultivo en su casa o fue en la facultad? R. En casa siempre hubo interés por la política. Eran los años de la transición, y mi padre tuvo siempre mucha inquietud. Mis primeras lecturas en casa se correspondían con Triunfo, Cambio 16, Hermano Lobo y Por favor. P. O sea que le ha salido rana a su padre. R. Nooo, por favor. ¡Si soy de centro reformista! Soy un niño de la transición. En la facultad entré más en serio y estuve en el embrión de organizaciones estudiantiles como Estudiantes Progresistas y la Asociación Independiente de Estudiantes. P. ¿Cuándo descubrió que su sitio estaba en el PP? R. Cuando Felipe González empezó a hacerse viejo en el poder. En 1982 voté al PSOE y celebré la victoria del PSOE, pero pronto empecé a sentir que se convertía en un partido cuyo conservadurismo era insoportable y que se arrogaban un derecho innato a permanecer en el poder idéntico al que, muy poco antes, había descubierto en otro tipo de jerarcas. P. Usted resulta simpático a la derecha y a la izquierda. R. Resulto simpático porque no mando. Cuando empiezas a mandar empiezas a resultar antipático. Yo tengo amigos en la derecha y en la izquierda. Y admiro políticos en la derecha y en la izquierda. Y me gustaría repetir fórmulas de la derecha y de la izquierda. Probablemente porque estoy intentando desarrollar una política de centro, pero seguramente porque soy un político joven, con el discurso de hoy. Creo que la distinción entre derecha e izquierda ha terminado. Ha agotado su vigencia. P. Ese es un argumento de la derecha. R. Y de la gente que es de izquierdas. No digo que en el futuro no vaya a existir un sector que defienda los valores de igualdad, de libertad y de democracia y un sector que se oponga a estos valores. Lo que digo es que la izquierda y la derecha ideológicamente concebidas, tal y como las hemos conocido, han perdido todo el sentido. Lo que digo es que el marxismo, como forma de interpretar la realidad y como vehículo de actuación de política se ha quedado viejo. Lo que digo es que el dilema del liberalismo ya no es cómo controlar el poder público, sino cómo controlar a los poderes privados transnacionales, que son los que pueden afectar a la libertad de las personas. Estamos ante un debate político distinto. Ahora la cuestión ya no es la confrontación de clases sociales con intereses sociales y económicos antagónicos, sino los grandes poderes transnacionales frente a los ciudadanos del planeta. Las ideologías están siendo sintetizadas porque hay un nuevo escenario al que se entra por el centro. P. Esto lo ha olido la cúpula del PP, pero ¿y la base? R. La base también. Los cambios se están produciendo a mucha velocidad. Hace algunos años teníamos la certeza de que todo lo que le enseñáramos a una persona en el terreno tecnológico, social, moral y político hasta los veinte años, no sólo le iba a servir para toda la vida, sino también para sus hijos y los hijos de éstos. Hoy, todo lo que pueda aprender ya sabemos que a los treinta y cinco no le va a servir. El mundo cambia más rápido de lo que se suceden las generaciones de personas. Esto lo entiende la base del PP en una escala que va en función de la generación a la que pertenece, y lo mismo sucede en el PSOE. P. Usted sostiene que independencia y autodeterminación no caben en el siglo XXI. R. No digo que no quepan, sino que se corresponden con el pensamiento político del siglo pasado. El hombre aislado se reúne para formar una aldea; las aldeas, para formar una región; las regiones, para formar una nación; las naciones, para formar una unión continental, y la unión de los continentes da lugar a un espacio planetario. Estamos en esa última fase. El siglo XXI será el de la globalización, donde nos daremos cuenta que nada separa a un valenciano de un japonés o de un canadiense. Todos dependemos de los otros y el planeta depende de que todos estemos relacionados y en concordia. Y cada vez que hay que promocionar más la unión y menos la separación. En la medida que la independencia y la autodeterminación son planteamientos de exclusión, chocan contra las doctrinas que deberíamos defender. No podemos defender un orden ecológico mundial si no es desde la unión de todos. No podemos defender un acceso libre a la información desde todos los lugares del planeta si no es desde la colaboración de todos. No podremos poner coto al poder del capitalismo transnacional si no es mediante la unión de todos. El siglo XXI es el de la interdependencia. P. ¿Y si un pueblo quiere ser independiente de un Estado cualquiera e interdependiente con el resto? R. Pues muy bien, el siglo XXI será el de lo global y lo local. Lo local como marca de singularización en el conjunto, no como marca de separación.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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