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Una feminista militante da la cara por Suiza

Ruth Dreiffus es la primera mujer que accede a la presidencia de la república helvética

Las suizas tardaron más que el resto de las europeas en conseguir el derecho al voto, otorgado en 1972. Pero no han tenido que esperar tanto para ver a una mujer en la presidencia de su país. Será la actual ministra de Interior, Rhut Dreiffus, de 58 años, una asistenta social soltera, nacida en el cantón Saint Gall, y con un perfil ciertamente distinto al del político tradicional.La responsable del poder ejecutivo helvético para 1999, elegida el pasado día 9 por el Parlamento federal, es hija de un comerciante que hablaba siete idiomas, entre ellos el catalán. En su equipaje no figuran licenciaturas ni méritos de corredor político. Lo que guarda es una experiencia profesional forjada, entre otros lugares, en el Tercer Mundo. Dreiffus realizó misiones en Brasil, Haití y Honduras en nombre de la cooperación suiza al desarrollo. Descubrió el mundo al irse "cada vez más lejos", cuenta, y vivió "el anticomunismo de un lado y el antiestalinismo del otro", cuando en estas misiones visitó Checoslovaquia y Berlín.

Siempre recuerda cómo llegó al Gobierno en 1993, cuando la candidatura de su colega, Christiane Brunner, fue hecha añicos por los conservadores de la Berna federal. Casi por sorpresa, los socialistas helvéticos se sacaron de la manga el nombre de esta combativa militante y nunca pensaron en los alcances de su iniciativa. Dreiffus tenía poca experiencia, pero contaba con el respaldo de las mujeres. Suiza quería creer en ella y borrar el negro episodio protagonizado años atrás por Elisabeth Koop, la efímera consejera federal destituida por haber advertido telefónicamente a su marido de que la justicia andaba tras sus pasos.

Su reciente nombramiento, sin embargo, reservó pocas sorpresas porque, según los usos y costumbres helvéticos, el cargo de presidente es meramente representativo y lo ocupa cada año uno de los siete ministros del Gobierno, en un estricto orden de rotación atendiendo a su antigüedad. Dreiffus ha subrayado, conciliadora, que su elección puede significar un triunfo para otros sectores de la población, no sólo para la mujer.

"Es una etapa importante para este país porque ahora tenemos en las manos todos los instrumentos que necesitamos para transformar la sociedad. Mi prioridad es una exigencia de justicia y me importa mostrar que no existe contradicción entre el feminismo militante (y no tengo miedo de utilizar este término) y una voluntad de estar al servicio de todos", anuncia.

"Todo lo que las mujeres ganamos en términos de libertad y de presencia en la sociedad también es una ganancia para los hombres, que, así, pueden liberarse de los esquemas rígidos en los cuales están encerrados. Yo concibo el feminismo como una lucha por la emancipación de todos", afirmó Dreiffus tras ser nominada.

Elegida miembro del Gobierno colegiado sin haber hecho campaña electoral, Dreiffus se proclama mujer, judía, sindicalista y socialista, y se muestra orgullosa de las minorías que existen en este país.

En 1994, una carta abierta a la población relacionada con los fondos de pensiones le hizo romper la "regla de la colegialidad" que impera en el Gobierno. Este gesto puso en evidencia la dualidad del ejercicio del poder de esta mujer que se pretende, al tiempo, militante de base y titular del poder ejecutivo. Tareas difíciles de conciliar en cualquier país, aunque a lo que ella aspira es a "no perder el contacto con los problemas de la gente".

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